Son las 12:20 de la medianoche y apenas comienzo a escribir estas líneas.

Desde las 19:00 horas ya estaba sentado frente a la computadora listo para comenzar a teclear, pero el revisar mis cuentas en redes sociales, compartir información, revisar portales informativos y leer mensajes en el celular, me dieron poco antes de las nueve de la noche cuando comencé a valorar el tema sobre el cual iba a escribir, de los varios que tenía en la agenda, luego de que hoy fue un día prolífico de información.

Minutos antes de las 21:00 recibí el primer mensaje con una noticia que sentí como un “golpe” seco: “Jaime Barrera Rodríguez está desaparecido. Por favor ayúdanos a encontrarlo”, con el número de un teléfono celular anexo. Conforme transcurrían los minutos, quizás los segundos, crecía la esperanza de leer un nuevo mensaje: “Jaime Barrera fue localizado sano y salvo”. Son las 00:35 y ese mensaje no había llegado. Pero para entonces, ya se había difundido la primera señal: Se localizó su automóvil en la Unidad Fovissste, en Zapopan. Pero nada más.

¿Qué puedes escribir cuando ves que las redes sociales se “inundan” de un grito desesperado para encontrar a Jaime Barrera y no llega la respuesta esperada? ¿Cómo concentrarte en abordar cualquier otro tema cuando un distinguido -por su trabajo periodístico a lo largo de muchos años- integrante del gremio periodístico del que formo parte se encuentra desaparecido? No, no puedo poner por encima de la desaparición de Jaime cualquier otro tema por muy trascendente que sea para el análisis político. Y es que un hecho así no lo habíamos vivido desde hace muchos años. No al menos a lo largo de los 39 años que tengo de ejercer el periodismo aquí en Jalisco. Pero esto no significa que hayamos sido ciegos a la desaparición de cientos o miles de personas cuyos familiares hoy los buscan en cada rincón del estado y del país.

Lo que quiero decir es que el gremio periodístico de Jalisco no había sido agredido así de esta forma, en la persona de Jaime Barrera.

“¡¿Dónde está Jaime?!”, era el “grito” silencioso que hasta al terminar de escribir estas líneas leíamos en las redes sociales sin que llegara la respuesta deseada, pero espero que al despertar haya llegado la para la felicidad de Jaime, de su familia, de sus amigos y de sus colegas.

Ya nada hay que decir. Ya nada más hay que escribir. No queda más que esperar el paso de las horas, confiando en que llegará la buena noticia. Sin duda, una oración por Jaime, ayudará,

Y sólo espero que al estar leyendo este texto, Jaime Barrera esté ya abrazado con su familia. Que todo haya sido una amarga experiencia que nadie más vuelva a vivir.

Ojalá y este texto -concluido a las 01:25 horas- termine siendo solo un desahogo que no vaya más allá de convertirse en una simple anécdota.