Por Julio César Hernández

De risa es el hecho de que una de las principales preocupaciones de propios y extraños por la salida de Francisco Ramírez Acuña de la Secretaría de Gobernación es ¡dónde van a trabajar sus colaboradores que quedaron desempleados!

¡A ese nivel están las cosas en Jalisco!

Donde primero “brincaron” y “pintaron su raya” fue en el Ayuntamiento de Guadalajara, donde muchos consideran que es el espacio natural para que sean “adoptados” los ahora o próximos desempleados, considerando la compatibilidad política con los “paquistas”.

Luego se mencionó al Ayuntamiento Tlaquepaque y después que en el Congreso del Estado.

Bueno, hasta la Secretaría del Medio Ambiente se vio como un posible terreno para quienes dejarán de vivir del erario público.

¿A quién le puede importar dónde trabajará ahora Gerardo Octavio Solís Gómez o Rafael Ríos o Gildardo Gómez Verónica o Juan María Naveja?

¿Acaso no saben hacer otra cosa que no sea cobrar en las arcas públicas? Y si no saben, por qué debe ser motivo de debate público el dónde trabajarán ahora.

Por favor, señores, subamos el nivel de la discusión política en Jalisco.