Todo será según el cristal con que se mire…

Si bien todo inicio genera de algún modo desconcierto, el de un gobierno nuevo en un año nuevo lleva a enfrentarnos a dos caminos: el de la esperanza y el de la incertidumbre, caminos que se abren con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador a 33 días de haber asumido la presidencia de la República.

Sin duda que la esperanza de que nos vaya bien es deseo de todos, de quienes votaron a su favor y de quienes lo hicieron por otros candidatos, pero que un nuevo gobierno genere incertidumbre es preocupante, pues eso significa que existe “falta de seguridad, de confianza o de certeza sobre algo, especialmente cuando crea inquietud”, de acuerdo al diccionario.

Y es que López Obrador fue uno en campaña, prometiendo y comprometiéndose a diestra y siniestra, ofreciendo todo aquello que muchos mexicanos deseaban y diciendo todo aquello que la mayoría de ciudadanos quería escuchar. Ese fue el Andrés Manuel candidato por casi dos décadas.

Pero otro fue el López Obrador como presidente electo. Ya logrado el objetivo perseguido durante tres elecciones -la tercera fue la vencida-, muchas de las acciones, decisiones y gran parte de su discurso fueron en sentido contrario a sus promesas y compromisos de campaña o, cuando menos, las dejó en el limbo sin la certeza de lo que sucedería cuando asumiera el cargo. Hizo algunas “fintas”, lanzó algunos “buscapiés” y desconcertó con sus discursos.

Hoy presidente de la Repúbica en funciones, LópezObrador no da del todo seguimiento a sus compromisos de campaña -que parece se empeña en seguir en ella- sino que actúa en sentido contrario a ellos; hoy reconoce que muchas promesas son imposible de cumplir, como reducir el precio de la gasolina, pero se encapricha en ejecutar compromisos con un alto costo para el país como anunciar -sin concretar aún-, la suspensión de la construcción del nuevo aeropuerto; y mantiene un nivel de enfrentamiento con sus adversarios políticos, opositores y periodistas críticos, que lo colocan en un nivel de pandillero y no del Primer Mandatario del país.

¿Qué viene para nuestro país y para todos los mexicanos en éste 2019? No lo sabemos, no hay señales de un camino claro; por el contrario, hay zigzageos, tropezones. Pero eso sí, a todos nos queda la esperanza de que pronto sepamos hacia dónde vamos, aunque al menos por lo que se advierte no parece ser a convertirnos en un mejor país del que éramos antes del inicio de la era lópezobradorista.

Con Andrés Manuel López Obrador estamos… “con el Jesús en la boca”, mientras a lo lejos se advierte el despeñadero.

Al tiempo.