Luego del trago amargo que enfrentó, apenas iniciando el año, tras el incidente de inspectores municipales con la cantante urbana Flor Amargo y de la tremenda “quemada” que la artista le dio al Ayuntamiento de Guadalajara a través de un video que llevaba millones de reproducciones ya en redes sociales, el presidente municipal de Guadalajara, Ismael del Toro Castro, tendrá que caminar cuidadosamente en un campo minado políticamente para sus aspiraciones por buscar la reelección en el cargo.

La “revolcada” que le dieron en redes sociales a Del Toro y su gobierno ya no se la podrá quitar aún y cuando más tarde haya aparecido con la protagonista y sus colaboradores anunciando que llegaron a un buen acuerdo. “Palo dado, ni Dios lo quita”.

Si alguien tiene adversarios dentro y fuera es Del Toro Castro, pues la alcaldía de la capital es un plato apetitoso para quienes tienen la aspiración de gobernarla en el 2021 y el propio munícipe es un enemigo fuerte para quienes quieren jugar por la gubernatura en 2024, y sin duda que no cejarán en su intento de descarrilar sus aspiraciones.

En este primer año de gobierno, Ismael del Toro quedó a deber, pues Guadalajara se mantiene como la ciudad más insegura y ocupa el primer lugar en varios rubros en materia de inseguridad pública, sin que se adviertan medidas y acciones por revertir la tendencia. Ahí tiene el reto para este su segundo año de gobierno. Pero hay otros servicios públicos de los que la ciudadanía reclama más eficiencia, como el del aseo público.

Sin embargo, no pasa desapercibido que Del Toro ha logrado mantener la calma política en su municipio, comenzando porque tiene contentos a sus regidores de oposición: ni morenistas, ni panistas, ni priistas y mucho menos los declarados “independientes” le mueven las aguas al interior de su gobierno. Algo les habrá dado el alcalde para tenerlos satisfechos, pues hasta le aprobaron un millonario crédito sin mayores aspavientos.

Los partidos de oposición en Guadalajara son inexistentes. Ninguno le brinca ni por equivocación a la autoridad municipal. ¿O será que no hay nada qué reclamarle?

A Ismael del Toro se le ha reprochado su poca presencia o peso público en Guadalajara, incluso la falta de obra pública, pero hasta el momento no se advierte que sea causa para “reventarle” sus aspiraciones de repetir como candidato y buscar la reelección, aun y cuando dentro de su propio partido hay quien le disputa o quiere disputarle ese cargo, como se dice es el caso de su colega de Zapopan, Jesús Pablo Lemus Navarro.

Nadie le discute al alcalde de Guadalajara su capacidad política y se le reconoce como el operador alfarista más eficiente, pero un descuido de su parte frente a la gran cantidad de adversarios que le acechan podría seguirle costando caro para su proyecto.

Así, pues, si Del Toro Castro no quiere enfrentar momentos amargos como le sucedió el fin de semana, tendrá que poner más atención en lo suyo que en lo ajeno; o sea, dejar las tareas políticas que le encomienda el gobernador, para atender las suyas propias.

Al tiempo.