Transcurrió el primer mes de campaña a la gubernatura y quien registra un avance sostenido en esta carrera es Claudia Delgadillo González, candidata de la coalición Sigamos Haciendo Historia, mientras su adversario Jesús Pablo Lemus Navarro ha tenido que emprender una “guerra de golpeteo” en su contra como si fuese el candidato opositor y ella la candidata del partido en el gobierno, de acuerdo a lo sucedido en campañas anteriores.

En esta contienda los equipos de ambos candidatos han pretendido jugar -como también es la costumbre y en algo ayuda- con el resultado de las encuestas, algunas que colocan a Delgadillo arriba y otras a Lemus, al igual que lo hacen con el número de asistentes a sus eventos, que también es válido; sin embargo, quien ha luchado contra la corriente en estos primeros 31 días de marzo ha sido el ex presidente municipal de Guadalajara por la cantidad de negativos que lo persiguen: su lucha “contra los programas sociales” de López Obrador; el desgaste de ejercer el poder, a nivel estatal y municipal, en donde él carga con el peso de los compromisos no cumplidos en Guadalajara; la inseguridad pública en la zona metropolitana y en muchos otros puntos del estado, que son responsabilidad, en primera instancia, del gobierno del Estado y de los Ayuntamientos; el presunto “huachicoleo” encontrado en los patios donde se guardan las unidades del Peribús; la cancelación de la candidatura de Alberto Esquer al Senado, personaje al que después de ofenderlo a finales del 2022 hoy lo considera pieza clave para el avance de su campaña en el resto del estado; y el pleito interno en Movimiento Ciudadano entre el gobierno estatal y la dirigencia nacional, del que no puede deslindarse porque su candidatura se la debe a Dante delgado y a Jorge Álvarez Máynez, entre otros más.

Este es el costo de ser el candidato del partido en el gobierno.

Claudia Delgadillo, por su parte, no sólo ha tenido el respaldo de la candidata presidencial, Claudia Sheinbaum, con visitas continuas al Estado, sino que ha penetrado con éxito en la preferencia ciudadana, tanto de la zona metropolitana como del resto de la entidad donde cada vez recibe la suma de más apoyo y de simpatizantes. La marca Morena, muy bien posicionada en la entidad como lo refieren las encuestas, le representa un elemento de enorme valía frente a un natural desgaste de la marca MC.

Esta es la ventaja de ser la candidata de oposición.

Como era de esperarse, el debate no influyó ni para bien ni para mal en términos de simpatías, pero sí mostró a un Lemus Navarro preocupado y desesperado, que fue obligado a lanzar “golpes” contra su adversaria morenista por la amenaza que representa de dejarlo atrás conforme avance la campaña. Lo demás fueron casos de forma, no de fondo.

En materia de propuestas y compromisos, todo entra en aquello de que “prometer no empobrece….”, pero sin duda alguna Lemus Navarro ha anunciado grandes proyectos sin explicar cómo los llevará a cabo ni la manera en que serán financiados, pues como en el caso de la “verificación sin costo” que provocó la reacción en su contra del propio gobernador Enrique Alfaro, algunas de sus promesas requerirán del apoyo de la Federación que no garantiza que vaya a tener si el triunfo favorece a Morena, pues el propio candidato se encargó de “reventar” cualquier buena relación al llamarlos “chilangos vestidos con chaleco guinda” que vienen a Jalisco “a arrebatarnos lo que nos pertenece”.

Claudia Delgadillo, por su parte, garantizaría el apoyo del gobierno federal, lo que no tuvo el actual gobierno alfarista que desde antes de asumir el poder rompió cualquier relación con el gobierno lópezobradorista y eso afectó la inversión federal en Jalisco. Este parecería ser el mismo camino al que Lemus conduciría al estado.

Si bien en estos primeros 31 días de campaña no se puede decir que ya está todo decidido, un primer balance arroja, pues, el avance firme y sostenido de Claudia Delgadillo en la preferencia ciudadana, mientras que en el caso de Jesús Pablo Lemus se le apuesta más a la percepción, al marketing en las redes sociales, al anuncio de promesas espectaculares, pero sin nada que las sostengan y las hagan viables, y al “golpeteo” al adversario, mostrando preocupación y temor como muchos años no lo reflejaba un candidato del partido en el gobierno, ya no digamos hace seis, en el 2018.