El obligado confinamiento por el coronavirus no sólo ha “golpeado” al sector productivo del país y del estado en particular, sino también al clero católico cuyos templos se vieron obligados a cerrar y con ello registraron una merma enorme en sus ingresos que obtienen mediante las aportaciones voluntarias de los feligreses.

No existen cifras concretas, ni mucho menos oficiales, que nos confirmen cuánto han dejado de recibir las diversas diócesis de Jalisco, concretamente la de Guadalajara que abarca la mayor superficie del estado, por medio de las llamadas limosnas que no sólo se recaban en cada celebración litúrgica sino incluso en las visitas individuales que hacen a lo largo del día y todos los días los fieles que acuden a orar.

Por supuesto que los más afectados son aquellos templos, parroquias, iglesias, pequeñas o ubicadas en colonias populares o en zonas donde ya hay muy poca población -varias de ellas están en zonas comerciales con poca afluencia de fieles-, que han enfrentado la falta de recursos y entrado a momentos de crisis por no tener con qué pagar los servicios más básicos como la luz, por ejemplo, o incluso no tener para cubrir el salario del sacerdote o párrcoco y del personal que lo apoyan.

Hay algunos templos en mejores condiciones por el nivel económico de sus bienechores que han tenido que entrar al rescate de otros templos vecinos y ayudarles a pagar, por ejemplo, un mes del consumo de energía eléctrica, pero eso no mitiga las penurias que enfrentan para cubrir el sueldo del sacerdote, el apoyo que se les otorga a los diáconos, el sueldo del personas de las Notarías Parroquiales o los servicios que se tienen que pagar como las mutualidades también, a través de la cual reciben la atención médica.

Por eso es que muchos templos se vieron en la necesidad de “estirar la liga” lo más posible y continuaron oficiando misas aunque ya con un reducido número de feligreses, con el propósito de obtener todavía algunos ingresos, y por eso es que también les urge les sea permitido abrir sus puertas, independientemente de que su principal interés es tener sus instalaciones a disposición de una gran cantidad de creyentes que tienen la necesidad de ir a orar en estos momentos.

Aunque poca atención se le ha puesto en estos tiempos de coronavirus, el clero católico, aunque con su principal tarea en el ámbito espiritual, se suma a todas aquellas actividades económicas y sociales que se vieron afectadas por el confinamiento obigatoria ante el Covid-19, pues al mismo tiempo la Arquidiócesis tapatía no obtuvo los ingresos necesarios para apoyar, como normalmente lo hace a la gran cantidad de templos que tiene bajo su resguardo.

Sin duda, pues, que cada templo, cada iglesia, requerirá del apoyo de su feligresía al abrir sus puertas, de manera que se integre a la “nueva normalidad”.