Ayer se reveló que el pasado viernes 21 de agosto, la Confederación Regional de Obreros de México (CROM) en Jalisco presentó su renuncia al Partido Revolucionario Institucional, en una carta dirigida a J. Jesús Gaitán González, presidente del Comité Municipal del PRI en Guadalajara, y firmada por ocho consejeros políticos municipales, encabezados por el secretario general de esta central obrera, José Alejandro García Hernández.

En un solo párrafo la CROM jalisciense dió por terminada su relación política durante muchas décadas con el PRI, pero sin dar mayor explicación salvo que es una decisión “con carácter de irrevocable”. Esto es lo que dice el texto:
“Por medio del presente documento los abajo firmantes queremos manifestar que en pleno uso y goce de los Derechos Políticos que nos otorga la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de manera libre manifestamos nuestra voluntad de RENUNCIAR al Partido Revolucionario Institucional, con carácter de irrevocable”.

No hay más explicación ni argumentos de la decisión tomada.

Sin embargo, más allá de saber que resulta difícil en estos tiempos pertenecer a un partido que prácticamente ha desaparecido, como es el Revolucionario Institucional, también es conocido que la CROM estableció una relación muy estrecha y de buen entendimiento con el alfarismo, de ahí que las especulaciones hablan de que los cromistas llegaron a un acuerdo político “de facto” con el partido Movimiento Ciudadano. Y no es extraño, pues hoy los “naranjas” están en el poder.

Pero la salida de la CROM del PRI, aunque se ignora cuántos militantes tenía, pues finalmente los que firman su renuncia son solamente ocho, refleja que el otrora poderoso partido tricolor prácticamente es un esqueleto político, donde sus viejas y fuertes columnas -sus sectores- que lo sostenían no sólo también se han debilitado sino que prefirieron otros derroteros.

Ahí está la CROC (Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos) dividida entre la organización que encabeza Antonio Álvarez Esparza y la que preside Alfredo Barba Hernández, una de cuyas vertientes -la de Alfredo Barba Mariscal- se sumó a la CATEM, aunque sin renunciar al PRI. La Confederación Nacional Campesina (Liga de Comunidades Agrarias Jalisco-CNC), que encabeza Eleazar Ayala, prácticamente ha sido borrada del mapa. La Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), se ha pulverizado. Y la CTM, que preside Juan Huerta Péres, existe -tiene casi el 80% de los sindicatos en el estado- ahí está, pero ajeno a la participación partidista.

Y, efectivamente, esta es la característica de estas organizaciones: existen, pero ya no participan en los actos partidistas. Se han deslindado del PRI, se han alejado de su partido, ya no le significa nada. Son priistas en el papel -la CROM ya no-, pero en la realidad, en los hechos, ya no.

Incluso, no me sorprendería saber en su momento que la CTM oficialice también su renuncia a su militancia priista, pero actualmente es como si ya lo hubiese hecho. Ya no hay relación política alguna con el PRI. Todo se acabó. Vamos, ni siquiera la presidencia de Gaitán González en el PRI Guadalajara es considerado un espacio para la aún poderosa central obrera. Así de real.

Y qué decir de las demás organizaciones priistas: El Movimiento Territorial, la de las mujeres, la de los jóvenes… Están en el directorio, pero sobran dedos de las manos para contar a sus integrantes, quizás sólo sus dirigencias mantienen vigentes sus siglas. Pero no más.

Esta es la triste realidad del Partido Revolucionario Institucional en Jalisco -nada diferente a la que vive a nivel nacional-, donde sus cúpulas sólo están a la espera de ser incluidos en las listas de candidatos plurinominales a un cargo de elección popular en juego en 2021. Y si no lo logran, no les dolerá decirle adios a su militancia.

Así, pues, la renuncia de estos ocho integrantes de la CROM -¿será el total de los que militaban en el partido?-, sirve simplemente para que nos acordemos que alguna vez hubo sectores que fueron pilares del PRI, pero que ante la desgracia que vive el tricolor, simplemente se van en busca de nuevos derroteros que le permitan sobrevivir… bajo la sombra del poder.