Analistas enterados de lo que sucede en las entrañas de la 4T, luego de los resultados de la pasada elección en la que si bien Morena incrementó el número de gubernaturas a 18, pero no logró el número de diputados que le diera a Morena la mayoría calificada con sus aliados en la Cámara de Diputados y sufrió una dolorosa derrota en la Ciudad de México, aseguran que el presidente Andrés Manuel López Obrador trae una “espina” muy enterrada porque no auguraba un escenario electoral como el registrado el seis de junio pasado.

Al interior de su equipo de gobierno, López Obrador ya demostró que anda que “no lo calienta ni el sol” con la destitución de Irma Eréndira Sandoval como secretaria de la Función Pública y la remoción de Gabriel García Hernández como coordinador de los programas sociales del gobierno federal y jefe de los superdelegados y de los “siervos de la nación”. Y se asegura que otros ajustes en su gabinete por venir tendrían que ver con los resultados electorales.

Y en este sentido, aseguran que tampoco está muy contento con la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, a quien en privado responsabiliza de la “herida” electoral que sufrió la 4T nada menos que en el corazón del lópezobradorismo: la capital del país.

¿Cómo andará el ánimo del presidente López Obrador como para creer que su actitud y modo de gobernar no se endurecerá aún más de lo que fue la primera mitad de su gobierno, en la que no vio ni oyó a nadie? ¿Cuáles serán los efectos que dejó el 6 de junio al interior de Morena, donde no se descarta que Andrés Manuel pueda dar un “manotazo sobre la mesa” para poner orden? ¿Cuáles serán las consecuencias que generará dentro de su equipo en el gobierno? ¿De qué manera impactará hacia afuera de su gobierno, concretamente en su relación con los gobernadores de Morena, pero principalmente con los que son de la oposición? ¿Realmente será un presidente con el que los Mandatarios estatales se entenderán y tendrán en los hechos el apoyo que les ofrece o promete en sus encuentros privados en Palacio Nacional?

En el caso de Jalisco, ¿desde cuándo se habla de construir la Línea 4 del Tren Ligero, obra de la que se vuelve a hablar tras el encuentro del gobernador Enrique Alfaro con López Obrador anteayer lunes, pero de la que sólo se tienen promesas y no hechos? ¿Qué garantías hay de que la polémica obra de El Zapotillo se convertirá en una realidad, luego de que el presidente de la República ha dicho una y otra vez que su gobierno actuará luego de que los gobernadores de Jalisco y Guanajuato se pongan de acuerdo? ¿No es otra de las obras cuyo futuro debió de haberse definido ya y se hubiese actuado en consecuencia? ¿Desde cuándo se habló de que la infraestructura carretera de Jalisco sería sometida a una renovación, la que hasta la fecha no ha llegado? ¿Cuántas obras y proyectos han sido anunciados para Jalisco desde 2018 con el apoyo del gobierno federal y se han quedado simplemente en el aire o en el papel, al menos hasta el 2021, tres años después?

¿Cuál será la actitud que el presidente López Obrador asuma hacia un gobierno -el de Jalisco- cuyo responsable -Enrique Alfaro- advirtió que será un serio opositor al proyecto de la 4T y que su partido -Movimiento Ciudadano- será “una verdadera fuerza opositora al régimen”? ¿De veras podemos esperar el apoyo y respaldo de un presidente al que al igual que a su proyecto de gobierno y a su régimen se le ha declarado la guerra abierta y públicamente desde tierras jaliscienses? ¿Por qué los jaliscienses deben hacerse ilusiones de que el gobierno federal -al que se le ha declarado la guerra, reitero-, apoyará al gobierno -ese que le declaró la guerra-, sin regateo alguno? Y si esos apoyos llegaran, ¿dejará el gobierno federal que sea el estatal el que los capitalice a su favor?

Si ya han sido casi tres años prácticamente de abandono, ¿debemos extrañarnos que sea uno o dos más?

Si los “platos rotos” electorales los pagaran los adversarios del lópezobradorismo, ¿a cuántos gobernadores veremos hacer un “plantón” afuera de Palacio Nacional en espera de ser atendidos por el presidente de la República, como ayer lo hizo el Mandatario de Michoacán, Silvano Aureoles, quien está por dejar el gobierno el próximo uno de octubre? ¿O simplemente dejarán correr el tiempo y esperarán que el presidente tenga la voluntad de apoyarlos?

Los analistas advierten que desde Palacio Nacional se tomarán otras decisiones que se entenderán como resultado del proceso electoral, y no son nada halagadoras ni para creer que el presidente López Obrador olvidó que las metas no se cumplieron del todo. Yo consideró que entre aquellos que padecerán la inconformidad presidencial con los resultados electorales, está Jalisco. Y no por los jaliscienses, sino por la postura de su gobierno en contra.

Ojalá -y eso espero- que me equivoque, pero hasta el momento creo que han sido más las veces que los hechos han coincidido con lo que aquí he advertido de que Jalisco y los jaliscienses pagan las consecuencias de un gobierno de confrontación.

Y si no, al tiempo… otra vez.