Julio César Hernández
¿Cuántas veces los diputados pueden quedar satisfechos o insatisfechos, según el humor con que se levanten?
Yo pregunto: ¿Están satisfechos con el trabajo que han realizado como Legisladores? ¿Están satisfechos con que ganen lo que ganan sin desquitarlo? ¿Están satisfechos con la insatisfacción ciudadana por su trabajo?
No hay duda, la satisfacción o insatisfacción irá en la medida en que les resulte benéfico o perjudicial algo en concreto. Se sentirán satisfechos si es algo que responde a sus intereses personales o de grupo. Estarán insatisfechos si se trata de algo que les perjudica sus intereses personales o de grupo.
Lo anterior viene a cuento porque después de todo el escándalo levantado bajo el “escenario del absurdo” respecto al Auditor Superior del Estado, la conclusión a la que llegaron los integrantes de la Comisión de Vigilancia, según se asienta en el informe que elaboraron al respecto, es:
“Que las respuestas del Auditor Superior durante su comparecencia, no dejan satisfechos los cuestionamientos vertidos por los diputados y, por lo tanto, se considera que dicho funcionario no aclaró ni justificó las percepciones adicionales a sus ingresos ordinarios, lo anterior para los efectos legales a que haya lugar…”.
Ah, muy bien. Los diputados -algunos, por supuesto-, no quedaron satisfechos con las respuestas del Auditor. ¿Y?
¿A quién le importa que los diputados estén o no satisfechos con los ingresos del Auditor cuando el grueso de la ciudadanía no está satisfecho con lo que ganan ellos y mucho menos con su trabajo?
La conclusión a la que llegaron los diputados -y se asienta en su informe-, es otro ejemplo más de que se hacen como el “Tío Lolo” y su propósito de desviar la atención sobre la ineficiencia de su trabajo, porque si fuera otra su preocupación, muchos de ellos, por vergüenza, ya estarían solicitando licencia.
¿El argumento o la razón? Sencilla: “Por insatisfacción ciudadana con mi trabajo”. Nada más