Frente al favoritismo que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha mostrado hacia la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, para ser la candidata presidencial de Morena, Marcelo Ebrard Casaubón dijo a los periodistas de Milenio:

“El tema de la favorita ha estado muy insistente desde hace año y medio. Habría que preguntarle al Presidente, porque solo él lo sabe, si tiene esa predilección o esa favorita. Mi argumento es mi trayectoria, lo que sé hacer, lo que he hecho, lo que me conmueve y lo que en la vida diaria he podido hacer”.

Le preguntaron si le parecía digno el papel que él hacía frente a esta postura presidencial, y respondió: “Muy digno porque tengo una presencia, y esa presencia se debe a mi trabajo. No aspiro a ser el favorito de nada, sino que por nosotros hable nuestro trabajo y nuestra capacidad”.

Marcelo Ebrard tiene razón, sólo López Obrador puede decir si Claudia Sheinbaum es o no su favorita, pero aunque no quiso confesarlo abiertamente, el Canciller no puede decir que ignora lo que todo mundo observa cuando sus más cercanos promotores han exigido al propio Presidente de la República “piso parejo” en esta carrera por la sucesión, y lo único que le queda es apelar a su trayectoria para hacerse merecedor de esta candidatura morenista.

Y entre líneas dejó asentado que ya le toca, que ya esperó muchos años esta oportunidad de la que hoy se cree merecedor, y exige que el proceso para la selección de candidato -la famosa encuesta- sea limpio. Dijo: “La encuesta yo la propuse en el 2011 porque todas las elecciones en la izquierda (…), terminaron en grandes desastres (…)”. Y agregó lo que ahora propone:

“Nosotros proponemos que quien decida participar pueda proponer a la empresa encuestadora que es de su confianza, siempre y cuando sea una empresa solvente: quiero decir, que sea reconocida. Segundo, que las preguntas no las diversifiquen tanto, porque ya estoy viendo sistemas muy complejos de contabilidad, sino que en esencia se diga quién quieres, en concreto, que sea la candidata o el candidato. La muestra, de qué tamaño va a ser, porque entre menor muestra más posibilidades de distorsionar, por lo que a mayor muestra es más discutible, y además la tecnología lo permite hoy. Entonces eso es lo que habría que checar; y quién va a supervisar, porque no puede ser el partido, porque el partido supervisándose a sí mismo no es correcto”.

Resulta interesante conocer lo que ahora propone Marcelo Ebrard cuando las “canicas” están inclinadas a favor de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, y saber qué tanto será escuchado por la dirigencia nacional de Morena que encabeza Mario Delgado, a quien unos ven “cargado” a favor del Canciller y otros apuestan a que terminará cumpliendo las órdenes que le dicten desde Palacio Nacional.

Finalmente le preguntaron que si no gana la encuesta se iría como candidato por otro partido. Ni lo negó ni lo afirmó, simplemente respondió: “Pues yo creo que la voy a ganar”.

En este sentido, las apuestas están dirigidas a que no se rebelará, a que acatará el resultado de la encuesta si no le es favorable, y que asumirá nuevamente la misma posición del 2006 cuando perdió ante López Obrador, como él mismo lo contó: “Al final, cuando resulta la encuesta, él en la quinta vuelta me ganó por 1.6, entonces muchos me dijeron que la desconociera por el margen de error, ya sabes, y yo les dije que no puedo hacer eso, que voy a respetar el método que yo propuse porque es un absurdo que al final no esté de acuerdo por el margen de error, aunque sea un 0.8. Entonces, qué estamos pidiendo ahora: que se haga lo mismo”.

Al tiempo…