Julio César Hernández
 Si los diputados deveras fueran en serio a combatir todas las irregularidades que cometieron sus compañeros que los antecedieron, primero hubiesen ya actuado pulcramente desde el primer día que asumieron su cargo, y no ha sido así; segundo, lo harían con el aval de sus respectivas dirigencias partidistas, y eso está muy lejos de suceder; tercero, demostrarían ser verdaderamente honestos y actuar en consecuencia aun a riesgo de que con ello terminaría su carrera política.
Pero no. No será así. Es mucho pedirle a los 39 legisladores, empezando por sus respectivos coordinadores parlamentarios y, por lo tanto, continuarán unos días más montando su “escenario del absurdo” (¡gracias Luis Córdova por darle el título!).
Ya decíamos días atrás. El auditor superior Alonso Godoy Pelayo no será removido del cargo -aunque haya quienes aseguran que está agonizando o que están contados sus días-, primero porque no se le ha demostrado que haya incurrido en irregularidad, ilícito o delito alguno; segundo, porque su remoción tendría un efecto “dominó” con un alto costo para los actuales diputados y para sus respectivos partidos; y, tercero, porque entonces se abriría una verdadera “cena de caníbales” que se estarían peleando por la posición.
Para satisfacer los deseos de quienes quieren “beber sangre”, levantar “escenarios del absurdo”, lograr elevar su “raiting” ante su público, y desviar la atención de los nuevos y verdaderos problemas que existen en la actual Legislatura, fue que convocaron a comparecer al auditor Alonso Godoy, quien dijo lo que tenía que decir: que los diputados hicieran lo que debieron de haber hecho antes que llamarlo: cuestionar a sus patrones, o sea a los coordinadores de la pasada Legislatura, incluidos los que ocuparon la presidencia de la Comisión de Administración y quienes fueron secretarios generales.
Lo que hoy declararon los diputados Enrique Aubry, presidente del Congreso y coordinador de la bancada del Verde Ecologista, y Raúl Vargas, coordinador de la fracción perredista, es la conclusión a la que llegará la mayoría de los diputados, quizás el jueves de la próxima semana.
Habrá, por supuesto, quienes quieran ver “correr sangre” y para ello pretendan seguir abordando el tema del Auditor Superior “con calzador”, pero difícilmente será “sacrificado” por las razones arriba expuestas.
¡Ah, claro! De hacerlo, de “sacrificarlo”, entonces “¡arderá Troya!” y deberán de ser sentados en el banquillo de los acusados los ex coordinadores, los ex presidentes de la Comisión de Administración y los ex secretarios generales.
Pero no sólo eso. Cualquiera de estos que ocupe actualmente un cargo público, estaría entonces obligado a renunciar a él o pedir licencia, y a eso lo obligarían los actuales diputados o sus dirigentes de partido.
¿Y ustedes creen que eso va a suceder? ¡Pues no!
Pero, mientras tanto, sigamos divirtiéndonos con este “escenario del absurdo”, aunque muy mal montado, la verdad.