¿A qué viene el presidente Andrés Manuel López Obrador a reunirse con los inconformes con la construcción de la presa El Zapotillo? ¿De veras viene con la actitud de concretar la conclusión de esta costosa obra o simplemente a hacer acto de presencia y decir que él cumplió con dialogar con los pobladores y que no puede hacer más porque se oponen a que continúe su realización?

¿Será que viene únicamente para argumentar luego que hizo el esfuerzo por convencer a los opositores a que acepten una obra que no es de su autoría y a la que su gobierno aún no le ha inyectado ni un peso para continuar con su construcción, sino es que quizás sólo ha costeado trabajos de mantenimiento? ¿Viene para escuchar en su territorio a los inconformes y decir que él no puede obligarlos a que acepten la obra ni continuar ésta ante la oposición de los vecinos que decidieron vivir aún en Temacapulín, Acasico y Palmarejo, poblados amenazados con desaparecer?

Y es que llama la atención que hoy venga a la zona de Los Altos para dialogar con los inconformes, cuando varias veces los tuvo ya en su territorio, dentro de Palacio Nacional, y no logró ahí convencerlos no sólo de los beneficios de la obra sino de lo que hoy parece preocuparle más, que es el que no se puede tirar a la basura una millonaria inversión ya ejecutada. ¿Por qué no logró convencer a los pobladores cuando dialogó con ellos en Palacio Nacional? ¿No era ahí el momento indicado para ello? ¿Por qué cree que ahora puede lograrlo en el territorio de los inconformes?

Despierta sospechosismo este movimiento del presidente López Obrador, porque también puede ser otra maniobra para dejar caer en su adversario político toda la responsabilidad de dotar de agua a las zonas de Los Altos y Metropolitana de Guadalajara, ante el fracaso de continuar con la obra de El Zapotillo.

¿O no será por eso que ya advirtió desde la “mañanera” que si los pobladores no quieren que se concluya la presa, entonces simplemente no se realizará y para él es un tema ya cerrado para el resto de su sexenio?

Si es así, ¿entonces quién se queda con la “papa caliente” de buscar cómo y de dónde traer agua para saciar la sed de los habitantes metropolitanos y dotar de ella a los hombres del campo de Los Altos?

Por eso también pretende hacer corresponsables a los opositores de que no haya agua para Guadalajara y su zona metropolitana, sabedor que quienes habitamos en ella no responsabilizaremos a los inconformes de la falta del vital líquido sino a las autoridades, federales y estatales, que en su momento no supieron cómo sortear en su momento todos los obstáculos que pudieran surgir para la realización de una obra de esta magnitud; a los gobernantes que se burlaron de los habitantes de aquellos poblados, y a quienes como candidatos se sumaron a su demanda de “no” a El Zapotillo”, se pronunciaron en contra de la construcción de la presa, se manifestaron en contra de la desaparición de estos poblados, pero que ahora como gobierno -ya obtenidos los votos que les arrancaron a todos aquellos pobladores- tienen otra visión se traicionando sus promesas y compromisos promueven hoy la conclusión de tan polémica presa.

Y además, conocedor que los tapatíos le exigirán al gobierno alfarista la dotación de agua y no al gobierno federal, mucho menos recriminarán a los opositores de El Zapotillo de ser los culpables de no tener agua.

Sin duda el presidente López Obrador conoce su juego, y el venir hoy a la zona de El Zapotillo para dialogar con los inconformes, en compañía del gobernador Enrique Alfaro Ramírez, le dejará dividendos políticos, sin que se resuelva el problema de cómo traer el agua del río Verde a la zona metropolitana de Guadalajara.

Y si no, al tiempo…