Por Julio César Hernández

Para el ex vocal ejecutivo del IFE en Jalisco, Esteban Garaiz Izarra, deben de desaparecer los Institutos y los Tribunales Electorales estatales. Sobre los segundos fue rudo. “Son inútiles y engorrosos”, dijo sin duda alguna.

Durante la conferencia que dictó ayer ante una treintena de personas y que fue organizada por el Icadep Jalisco y el Comité Municipal del PRI en Guadalajara, Garaíz Izarra adelantó lo que más tarde darían a conocer los partidos políticos en su entrega de propuestas para la Reforma del Estado.

Por ejemplo el PRI -cuya copia de la propuesta nos enviaron: ¡104 cuartillas, nada más!-, propone la desaparición del Instituto Federal Electoral para que sea sustituído por el Instituto Nacional Electoral, que no sólo tendría bajo su responsabilidad los comicios federales (elección presidencial y del Congreso de la Unión), sino que previo acuerdo con las entidades federativas, también tendría a su cargo las elecciones estatales y municipales.

O sea que las que hoy son las Juntas Locales del IFE, harían, por ejemplo aquí en Jalisco, la labor que desarrolla el Instituto Electoral del Estado, a cuyos integrantes quizás no les haya caído nada bien esta propuesta.

En el caso del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, con sus Salas Regionales harían la labor del Tribunal Electoral del Estado.

De concretarse ambas medidas, sin duda alguna que nos estaríamos ahorrando varios millones de pesos y de tiempo.

Garaiz Izarra asegura que en el IFE existe el personal suficientemente capacitado, gracias al servicio profesional electoral, para hacerse cargo de las elecciones locales “con la mano en la cintura”.

Por el momento, las propuestas de los partidos políticos están sobre la mesa. Falta esperar si deveras están decididos a dar el paso necesario para borrar, “de un plumazo”, a los organismos electorales en cada una de las entidades del país.

Y es que con esto no sólo se ahorraría dinero, sino que, como dijo Esteban Garaiz, se evitaría que los organismos estatales sean sujetos de presiones por parte de los gobernantes en turno, con el riesgo de que haga “click” el factor “Cupido” y los consejeros estatales “caigan rendidos a los pies” del Ejecutivo.