Imagínese usted la siguiente escena de candidatos a la presidencia de la República en el 2024: Claudia Scheimbam, por Movimiento de Regeneración Nacional (Morena); Ricardo Monreal Ávila, por la coalición “Va por México” (PAN-PRI-PRD); y Marcelo Ebrard Casaubon, por el partido Movimiento Ciudadano (MC). ¿A qué conclusión llegaría usted? Me adelanto: Que Andrés Manuel López Obrador ganará las próximas elecciones y que cumplirá su palabra de que la transformación de México continuará el próximo sexenio. Que la 4T continuará gobernando el país, con cualquiera de los posibles candidatos anteriores.

¿Considera imposible o improbable el escenario anterior? Creo que no cuando el dirigente del PRD, Jesús Zambrano, días atrás declaró la posibilidad de que el coordinador de la bancada de Morena en el Senado de la República sea el candidato de la coalición, declaración que ni Marko Cortés, del PAN, ni Alejandro “Alito” Moreno han secundado; cuando para nadie es desconocida la estrecha relación de amistad y política entre el secretario de Relaciones Exteriores y el “dueño” del partido naranja del que ya fue postulado candidato a diputado federal plurinominal, pero que no prosperó porque el entonces IFE anuló la designación; y cuando, al menos hasta ahora, todo apunta que la “favorita” del Palacio Nacional es quien hoy gobierna la capital del país.

Reitero: por como se han dado las cosas no podamos descartar el escenario anterior.

Por supuesto que de aquí al momento de los “destapes”, cabe la posibilidad de que Ebrard logre convencer a López Obrador y le haga válido aquello de que es la “corcholata” preferida porque así lo marcan las encuestas; que Cortés y Moreno -si para entonces logra sostenerse aún como presidente del PRI-, tilden a Zambrano de “loco” y decidan sacar un candidato de sus filas o “importarlo” de aquello que llaman la “sociedad civil”; y de que Delgado Rannauro le apueste al apellido Colosio y lance al “matadero” al joven Luis Donaldo presidente municipal de Monterrey, con todos los riesgos que ello implica de frustrar y terminar una carrera política que “pinta” con buen futuro, en su afán por explotar la imagen del asesinado candidato priista a suceder a Carlos Salinas de Gortari.

Del otro lado también cabe la posibilidad de que Andrés Manuel decida cambiar de “ficha” y termine por designar a su secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, en lugar de Sheinbaum.

Todo puede suceder, pero ¿habrá pasado por la mente de los opositores de la 4T la posibilidad de que maquiavélicamente desde Palacio Nacional y sus “sótanos de poder” se “cocine” el escenario dibujado en el primer párrafo de este texto o de que, cuando menos, se esté haciendo el intento de llevarlo a cabo, de intentarlo, para ver si “pega” y cooptar así a la oposición con candidatos suyos? ¿O de veras creemos que sólo por ser candidatos de la oposición y no de Morena, Marcelo y Ricardo romperán su lazo umbilical con la 4T? ¿Ebrard y Monreal ofrecerán en campaña una oferta ajena a la Cuarta Transformación por la que hoy trabajan, uno desde Relaciones Exteriores y el otro desde el Senado? ¿Qué oferta contraria a la 4T pueden ofrecer si no es el tan odiado por López Obrador, su jefe, neoliberalismo?

Sí, habrá quién considere exagerado el escenario arriba propuesto, pero no lo es si nos atenemos a los “guiños” y “coqueteos” de Dante a Marcelo y las declaración de Zambrano a favor de Monreal.

Así, pues, no perdamos de vista todo lo anterior porque en este México nuestro todo puede suceder. Y no está por demás hacer este ejercicio teórico que, cuando menos, sirve para divertirnos un rato.

Y si no, al tiempo…