Bien dice un refrán: “cuando la perra es brava… hasta los de la casa muerde”.
Esto viene a cuento porque para nadie es desconocido que el dirigente sindical de los empresarios en Jalisco, Oscar Benavides Reyes, es uno de los cúpulos empresariales simpatizante del movimiento alfarista al que le apostó en las pasadas elecciones del 2012.
Esta simpatía lo llevó a convertirse, contra la tradición de sus antecesores, en un dirigente “activista” que, como ningún otro, dio “cobijo” en el seno de la sede de la Coparmex a diversas organizaciones de activistas con las que también simpatiza.
Como ningún otro dirigente empresarial, Benavides Reyes es un activo usuario de las redes sociales, particularmente del Twitter -aunque últimamente le ha bajado a su activismo-, a través del cual revelaba y comentaba hasta cuando una mosca volaba… por exagerado que parezca.
Eso sí, cuando el tema a debatir tenía que ver con el empresariado -el abuso a jornaleros, por ejemplo- o los integrantes del movimiento alfarista -el vandalismo en contra del Palacio Legislativo, otro ejemplo-, Oscar Benavides guardaba sepulcral silencio.
Un personaje similar a Benavides es el alfarista regidor en Zapopan, Augusto Valencia López: usuario intensivo del Twitter, crítico del gobierno y de los priistas, así como de los periodistas que osan enfrentarlo, y acusador sin presentar pruebas, pero también mudo cuando cuando de criticar a sus correligionarios se trata -el vandalismo en el Congreso- o a él mismo, cuando se revela los jugosos salarios de sus asesores o que él mismo cobra doble, en el Ayuntamiento de Zapopan y en la Universidad de Guadalajara.
Bueno, pues en esta red social se encontraron Benavides y Valencia, dónde éste arremetió contra el dirigente sindical y lo acusó de dos irregularidades: 1. De haberse beneficiado irregularmente para que la empresa de fotocopiado de la que es socio fuera elegida por el Ayuntamiento para prestar sus servicios; 2. El haber ordenado a su representante en la Comisión de Adquisiciones no presentarse ya a las sesiones de la misma.
Oscar no le respondió a Augusto. Lo ignoró. Pero eso no es lo importante. Lo importante es que no negó los señalamientos del alfarista. Si hubo o no alguna irregularidad en la adjudicación a la empresa de Benavides, Valencia está obligado a demostrarlo por ser el denunciante.
Curiosa y extrañamente, como ha sucedido en otros temas, no obstante haber denunciado la presunta irregularidad, Augusto Valencia decidió ya no hablar del tema; decidió quedarse callado, contrario a su costumbre de ser insistente y machacar cuando hace algún señalamiento. Augusto, simplemente, ya no tocó el tema.
¿Se percató que se equivocó en su denuncia contra Oscar Benavides o recibió la orden de quedarse callado y ya no moverle más al tema por tratarse de alguien “de casa”?
Creemos que las complicidades políticas no deben ser causa para ocultar irregularidades o ilícitos si se tiene conocimiento de ello.
No es la primera vez que Valencia en Zapopan o los regidores del Partido Movimiento Ciudadano o del PAN en Guadalajara denuncian irregularidades en la compra o adjudicación y lo han demostrado, obligando a la autoridad a dar marcha atrás.
¿Por qué Augusto lanzó la denuncia y guardó cómplice silencio? ¿Por qué no ha sido insistente en este punto? ¿Tendrá que ver que el acusado es uno “de casa”? ¿Será que, como en otras ocasiones, le dieron la orden de cerrar la boca por afectar intereses “de casa”? ¿Será que qué…?
¿O será, acaso, que se equivocó en su acusación y dicha adjudicación a favor de la empresa de Oscar Benavides fue correcta y que la orden que éste dio a su representante en la Comisión de Adquisiciones fue mera coincidencia?
Piensa mal… y acertarás.