Hugo Luna

Durante el mandato de José López Portillo, se desplomaron los precios del petróleo. López Portillo, contra la opinión de Jorge Díaz Serrano, titular de Pemex en ese momento, no bajó el precio del petróleo mexicano a sus clientes.

Se perdieron los clientes y la economía entró en espiral descendente. López Portillo le dijo a Díaz Serrano, me equivoqué, Jorge. La respuesta fue: no, señor, el Presidente de México no se equivoca. Y se fue a firmar su renuncia, asumir el costo de un error que él no cometió.

Tiempo y formas separan a esta historia de la renuncia que le exigen sus correligionarios a Eduardo Rosales, pero se demuestra que hay costumbres que no cambian, que no tienen por qué cambiar.

Y todo por el aplastante triunfo del PRI, un triunfo, que compromete a los priístas. No se pueden equivocar, porque antes del 2012 se renovarán varias gubernaturas en el país.

Ya pasó la hora de los discursos, de la guerra sucia y de las diatribas. Es la hora de las decisiones y de asumir la responsabilidad en la zona metropolitana, en el congreso local y federal.

La gente espera atención a sus problemas, a los problemas generados por la crisis económica.

Son realistas. Saben lo que quieren. Una gran diferencia de los políticos, no tienen sueños de grandeza.