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Julio César Hernández
¿Qué necesita el PAN para volver a ser al partido arrollador de 1995 en Jalisco, podemos preguntarnos ahora en el marco de su celebración del 70 aniversario de su fundación?
Sí, para que vuelva a ser el partido arrollador pero gracias al convencimiento de la ciudadanía de que es el mejor partido para gobernar y no que, como ha sido hasta ahora, sea resultado del voto en contra del PRI, como sucedió en aquel año cuando llegó Alberto Cárdenas Jiménez a la gubernatura y en el 2000 cuando Vicente Fox Quesada llegó a Los Pinos.
Hombre crítico del neopanismo que acuñó aquella frase de “novatadas” a los errores de gobierno de Cárdenas Jiménez, Gildardo Gómez Verónica se “alegra” -en lo que cabe- de la derrota de su partido el pasado cinco de julio. Dijo ayer sábado:
“Qué bueno que perdimos para que con la quemada que nos dio el electorado reaccionemos y volvamos a los principios originales del partido”.
Lo que no dijo Gómez Verónica es quiénes son los responsables de haber desviado al partido de sus “principios originales”: ¿Los neopanistas y yunquistas que gobernaron el estado y dirigieron el partido del 95 al 2005, en éste último, ó los tradicionalistas que gobernaron el estado -del 2000 al 2006- y han dirigido al PAN del 2005 a la fecha?
¿Quiénes son los responsables: Herbet Taylor, Emilio González y Antonio Gloria que dirigieron al PAN o Alberto Cárdenas y ahora González Márquez desde el gobierno?
¿Y qué hicieron entonces el tradicionalista Francisco Ramírez Acuña desde Casa Jalisco y Eduardo Rosales Castellanos en la dirigencia del partido? ¿No han podido regresarle al PAN en el gobierno y como partido mismo sus principios perdidos, como lo denunció Gildardo Gómez y lo han hecho otros panistas más?
¿Será suficiente una derrota para obligar al PAN a recuperar su esencia y gobernar lo que resta de la actual administración estatal bajo los principios que le dieron origen? ¿Logrará hacerlo González Márquez desde el gobierno y el sucesor de Eduardo Rosales en la presidencia del partido?
No, mientras, de entrada, sigamos viendo al interior del PAN esa “división asquerosa” que denunció Gómez Verónica y que confiesa: “me da vergüenza”. No mientras un sector del PAN radical tenga el control de las acciones del gobierno y menos si la representación del panismo tradicional desde la dirigencia del partido son hombres como Germán Martínez Cázares y César Nava Vázquez.
El daño hecho a la sociedad desde el gobierno -los mismos vicios, y quizás peores, de los gobiernos priistas- y a la política -la guerra sucia en las campañas-, será difícil de revertir a corto plazo.
La vergüenza que siente Gildardo Gómez por la “división asquerosa” del PAN es la vergüenza de la ciudadanía que creyó en Acción Nacional, que confió en que sabría “limpiar” el gobierno de una grave corrupción en que lo tenían sumidos los gobiernos priistas y que creyeron que sabría ser un partido cercano a la gente.