Mientras hay quienes deciden hacer pública su renuncia como militantes del PRI -como en el caso de la diputada Mariana Fernández Ramírez-, otros deciden hacerlo sigilosamente, en silencio -como los casos de Leobardo Alcalá Padilla y Joaquín Portilla Wolff (der. en la foto)-, pero de una forma u otra el éxodo en el Revolucionario Institucional no para.

Hoy el PRI en Jalisco es una copia del PRI nacional, no tendría por qué ser diferente.

Lo curioso es que de los tres arriba mencionados, cada uno tomó rumbo diferente. Aun sin oficializarse, las versiones ubican a Fernández Ramírez en Morena, sin candidatura a cargo alguno aún confirmada; Alcalá Padilla es precandidato único a diputado federal por el Distrito 14, pero ahora bajo las siglas del Partido de la Revolución Democrática (PRD); mientras Portilla Wolff fue presentado ayer como candidato a diputado federal por el Distrito XVI por el Partido Movimiento Ciudadano.

Y ya no mencionemos muchos nombres más de quienes decidieron renunciar ante la declive del PRI y encontraron refugio en otros partidos.

En las renuncias de Mariana, Leobardo y Joaquín hay una cosa en común: ninguno ha dicho públicamente las razones que los llevaron a salirse del PRI, y si dieron este paso es porque vieron que en este partido ya no tenían futuro, no porque el priismo jalisciense fue abandonado por la dirigencia nacional sino porque desde hace tiempo dejó de ser una opción ganadora. Ninguno de los tres le ha criticado o reprochado públicamente a su ex partido nada que explique o fundamente su renuncia. Y es que todo se lo deben al tricolor y al grupo al que pertenecieron, que es otro punto que los caracteriza.

Mariana Fernández fue impulsada primero por el zamorismo y posteriormente con mayor fuerza por el aristotelismo, con el que obtuvo importantes espacios, como el sostenerla como secretaria general del PRI varios años y con tres presidentes distintos; Leobardo Alcala representó al Grupo Universidad en el Revolucionario Institucional, que lo impuso como candidato a la alcaldía de Guadalajara, obligando a hacerse a un lado al finado Aristóteles Sandoval y al hoy diputado emecista Salvador Caro Cabrera: en tanto Joaquín Portilla fue parte del otrora poderoso grupo del dirigente de la CROC, Alfredo Barba Hernández, del que se retiró sin fractura alguna.

Hoy en el PRI ninguno vio posibilidades del triunfo, aunque quizás en el caso de Alcalá y Portilla ni siquiera de ser candidatos, pues finalmente las designación llegaron desde el Comité Ejecutivo Nacional y allá tal vez ni en el radar los tenían. Cosa diferente con Fernández, quien su trabajo en el Legislativo la mantienen en la vitrina pública y con cartel para ser candidata, pero sin posibilidades de ser la triunfadora bajo el sello del PRI.

Por último, hay algo más en lo que este tercio de expriistas coincide: a ninguno se le puede garantizar el triunfo o colocar a la cabeza de los aspirantes, aún si como ha trascendido Mariana Fernández es postulada a la alcaldía de Zapopan. En el caso de Joaquín Portilla, quizás los votos del grupo croquista le den el “empujón” que necesita, aunque no hay garantía de nada. Y si alguien de los tres parece ir cuesta arriba es Leobardo Alcalá, que bajo la marca del PRD se advierte que quedará muy atrás de sus adversarios.

Así, pues, sirva este ejemplo de los tres conocidos políticos que decidieron renunciar a las filas priistas sin explicación alguna de la razón que los llevó a tomar esa decisión, pero que deja en evidencia que simplemente aceptaron que en estos tiempos con el PRI… ¡ni a la esquina!