Tras la derrota de Ricardo Villanueva Lomelí por la presidencia municipal de Guadalajara, una de las primeras preguntas que no pocos priistas se plantearon fue: ¿Y ahora… con quién vamos a contender por la gubernatura en 2018?
La interrogante no era tanto porque un posible triunfo de Villanueva Lomelí en automático lo convertía en el seguro candidato a suceder a Jorge Artistóteles Sandoval Díaz sino porque su llegada a la alcaldía tapatía lo colocaba como candidato natural, a sabiendas de que en el gabinete estatal podría haber uno o dos adversarios más con los que el gobernador jugaría la sucesión frente a un posible candidato del “centro”.
La derrota de Villanueva Lomelí lo dejó fuera de la carrera sucesoria y hasta el momento sólo dos hombres del gobernador son colocados por propios y extraños como los primeros en la lista de prospectos: los secretarios de Educación, Francisco Ayón López, y de Desarrollo e Integración Social, Miguel Castro Reynoso.
Claro, ambos tienen promotores y detractores, por lo que esta carrera será de resistencia para llegar a la meta final con miras al 2018 frente a otros prospectos que seguramente surgirán de aquí a entonces, tanto dentro como fuera del PRI. Y éste es el punto al que no debemos de perder de vista: un posible candidato externo, “ciudadano”, en busca de llegar a Casa Jalisco bajo las siglas del Revolucionario Institucional.
El paso dado por el PRI en su pasado Consejo Político Nacional, en el sentido de avalar la postulación de candidatos a las gubernaturas que no obligadamente sean militantes del partido, obliga a no descartar esta posibilidad en Jalisco ante la inminente candidatura del actual presidente municipal en Guadalajara, Enrique Alfaro Ramírez, hoy el rival más difícil para los priistas.
Habrá que ver cuántas candidaturas bajo éste perfil lanza el PRI el año próximo cuando estarán en juego 12 gubernaturas y cuántas lo serían en 2017, como preámbulo a la gran elección federal un año después.
Si bien aún falta mucho tiempo y camino por recorrer para cuando el PRI tenga que definir quién será su candidato a la gubernatura, esto puede ser un arma de doble filo con la nueva decisión aprobada por el priismo. Por un lado, este largo período puede permitir que uno de los hombres del gobernador dentro o fuera del gabinete pueda “crecer” y colocarse en la delantera por la candidatura estatal, pero también puede permitir que el mismo Ejecutivo o el CEN comiencen a labrar, a trabajar, una candidatura externa, no necesariamente de un militante, que les permita llegar a la elección con un perfil consolidado.
Sin duda es aún muy temprano para querer encontrarle nombre y apellido al presunto candidato externo del PRI, pero conforme pase el tiempo habrá que ir anotando algunos nombres para luego, llegado el momento, entrar al periodo de descarte y concluir si el prospecto a llegar a Casa Jalisco será militante o no.
Al tiempo.