Con una manifestación de inconformidad de Marcelo Ebrard Casaubón -a través de su grupo denominado “Progresistas por la Unidad- porque no hay “piso parejo” en una contienda que oficialmente no ha iniciado pero que, paradójicamente, en los hechos ya está en marcha en busca de la candidatura presidencial, así como la suma de quejas de quienes consideran que injustamente y sin razón alguna fueron “rasurados” del listado de participantes, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) llegará este domingo a su Congreso Nacional en el que se sentarán las bases para su proceso interno con miras al 2024.

Aunque quizás escuchemos discursos que pretendan matizar la realidad que internamente vive Morena, la verdad es que no puede negar el riesgo que enfrenta de una división que pudiera dar al traste con el propósito de obtener la victoria en las elecciones en juego el año próximo en Coahuila y el Estado de México, y complicar lo que los morenistas consideran ya tienen en “la bolsa”: su victoria en la elección presidencial.

De aquí al domingo, el trabajo de Mario Delgado Carrillo, como dirigente nacional, tendrá que ser intenso y con una gran fineza para evitar que el escenario se le descomponga más de lo que parece ya está descompuesto. Incluso, que no nos extrañe que pudiera haber un “manotazo” en la mesa desde Palacio Nacional, pues tampoco al presidente López Obrador le conviene una ruptura al interior de su partido, y menos si en ella participan abierta o discretamente los anotados como aspirantes a la candidatura presidencial, comenzando con Ricardo Monreal y seguido de Marcelo Ebrard.

Porque ese riesgo existe: que en la carrera por la sucesión, dentro de Morena se abran dos corrientes que le descompongan el guión al Gran Elector; por un lado, el de los que podemos llamar “rebeldes”, integrado por Ebrard y Monreal; por el otro, el de los “institucionales”, refiriéndonos a Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López Hernández, que no pueden ocultar que juegan en alianza.

De hecho, ha trascendido que “en corto” el secretario de Gobernación opera para sumarle simpatizantes y apoyo a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, sabedor de que su papel es jugar de “suplente”, pero estar listo por si fuera necesario entrar a la cancha a jugar si quien lo hace como titular tiene algún inconveniente de última hora.

En este Congreso Nacional de Morena, muchas cosas terminarán por definirse.

Y en este sentido, lo que ahí suceda tendrá repercusiones aquí entre los de Morena Jalisco que, por el momento, se han mantenido en santa calma, en paz, quizás en espera de que llegue el domingo y que los participantes en este Congreso terminen por tener un papel protagónico en lo que será el partido en el estado y las tareas a desarrollar con miras al proceso electoral del 2024.

Podríamos creer que por ser del partido del gobierno, es de esperarse un Congreso Nacional civilizado, quizás con temas o asuntos a tratar ya “planchados” y sin mayores problemas o conflictos que amenacen estallar ese día. Pero no. Debemos de entender que lo que se realizará el domingo es un Congreso de Morena, y como en su momento fueron los del PRD, ahí todo puede suceder, nada puede pronosticarse y, mucho menos, darse por hecho.

Cuestión de días, pues, para conocer qué clase de Morena saldrá de su Congreso Nacional y qué podemos esperar en la carrera por la sucesión presidencial. Insisto: en Morena, todo puede suceder… o no.

Al tiempo.