A nueve meses de su “destape” como la gran “fenómeno” de la política, la que llegaba para derrotar a la 4T con su “frescura” y “espontaneidad”, Xóchitl Gálvez Ruiz siguen sin “prender” ni a la propia militancia de los tres partidos que la postulan con la coalición Fuerza y Corazón por México. Su discurso está estancado en la “venta de las gelatinas” cuando era niña y en su paso por la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas hace ya 17 años. No avanza. Si acaso, recicla su crítica al gobierno federal y al presidente López Obrador en materia de seguridad pública.

Si comparamos su discurso cuando fue oradora en el encuentro con la organización Confío en México, con el que pronunció en el Paraninfo “Enrique Díaz de León” de la Universidad de Guadalajara y con el que le escuchamos ayer en la plaza La República en el cierre de precampaña de la priista Laura Haro Ramírez, la única diferencia que encontraremos es el tiempo de duración de cada uno de ellos. En el fondo es la misma “cantaleta”.

Pareciera que a Gálvez Ruiz lo mismo le da hablar ante profesionistas que ante académicos o frente al pueblo en general. No se preocupa por preparar un discurso de acuerdo a la concurrencia. Será que no tiene mucho qué decir o simplemente le da flojera preparar discursos ad hoc.

Ayer, en la que podría ser su última presentación como precandidata presidencial en Jalisco, no tuvo un discurso que “encendiera” a la concurrencia; no dejó en ella ese “buen sabor” que los buenos oradores dejan al final en sus escuchas; no dejó esa sensación de que la militancia quisiera seguir escuchándola. El discurso de Xóchitl -en base a su repetición- estuvo, incluso, por debajo de los pronunciados por Diana González, Laura Haro, “Alito” Moreno y Marko Cortés. Sólo le hizo competencia al perredista Jesús Zambrano.

Incluso, ya ni a su equipo de colaboradores le interesa escuchar su repetitivo discurso, como lo demostró ayer la senadora con licencia Kenia López, quien mientras Xóchitl Gálvez pronunciaba su discurso en la pasarela levantada ex profeso, ella se dedicaba a grabar a quienes la acompañaban en el presidium para sus redes sociales, dándole la espalda a su precandidata. Cuando ella leyó el texto del ex tuit que subí evidenciándola con su fotografía, sólo le dio risa, se lo comentó a Marko Cortés que estaba a su lado y también sonrió. Minutos después uno de sus colaboradores panistas de nombre Benjamín ´se acercó a ambos, me señaló como el autor del ex tuiter, voltearon a verme y sólo menearon la cabeza. Así de patético.

El equipo de Xóchitl tendrá que ocuparse, durante la intercampaña, a “pulir” el discurso de quien pronto será ungida como candidata presidencial, porque no puede ir recorriendo el país durante la campaña recordando que vendió gelatinas en su niñez y que estuvo a cargo de la atención de los indígenas del país durante el gobierno de Vicente Fox, al que ni siquiera se atreve a pronunciar por su nombre, sabedora de que eso no le acarrea muchas simpatías.

La presencia de Gálvez Ortiz ayer en Guadalajara fue una más, no pasará a la historia de esta etapa del proceso electoral que se avecina en junio próximo.

No en vano han sido muchas las voces de quienes se entusiasmaron con su postulación que hoy, cuando aún no es candidata, se confiesan decepcionados. La más reciente, la escritora Guadalupe Loaeza, quien le dedica una amplia columna anteayer en el periódico Reforma: “Tu campaña para la presidencia de la República me parece lejos de las expectativas que nos habíamos hecho tus seguidores desde que te confirmaron que serías la candidata oficial del Frente Amplio por México”, le dice en una parte de su texto. Y en otra parte agrega: “Confieso que me hice, como miles de mexicanos, muchas expectativas. ¡Qué decepción y qué frustración!”. “¿Por qué ya no me inspiras como candidata vencedora…?”.

Más adelante, Loaeza es más dura: “Ahora ya ni hablo de tí en las sobremesas…”.”Tu campaña es totalmente gris, sin creatividad ni chiste”. “Apareces ante las cámaras o en videos tan seria, haciendo tus denuncias contra AMLO, te envejece y pareces deprimida. Ya no me dan ganas de verlas. Son muy repetitivas…”.

Esa Xóchitl que describe la autora de “Las niñas bien” es la Xóchitl que desde hace tiempo hemos descrito aquí en Marcatextos y es la Xóchitl que se volvió a presentar ayer ante los jaliscienses. Esta Xóchitl quedó muy por debajo de la imagen fresca, combativa y firme que proyectó Laura Haro sobre la misma tarima que ambas recorrieron en la plancha de la plaza de La República.

No en vano, contra todo lo que se diga, las encuestas reflejan una amplia ventaja de Claudia Sheinbaum.

Confieso que nunca creí en esa imagen de la Xóchitl Gálvez que algunos quisieron “ofertar” como la “salvadora” del país”, como la “horma” del zapato de la 4T, como el “terror” que hacía temblar a AMLO. Y aquí lo he dejado patente. Al paso de los meses, el tiempo nos ha dado la razón. Y los hechos, como el de ayer, nos lo reconfirman.

O cambia Xóchitl o cambian a Xóchitl. No hay de otra.