El viernes pasado, durante su mensaje con el que “rompió” con Dante Delgado Rannauro, dirigente nacional de Movimiento Ciudadano, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez declaró textualmente:

“Entregaré mi estafeta política en mi estado a los extraordinarios liderazgos que se han formado en la lucha que desde hace 20 años hemos dado juntos…”.

Quizás al darse cuenta de la obviedad de su expresión, ahora trató de rectificar y ayer, en una entrevista radiofónica -de las muchas que ha dado-, sin borrar el tono como si fuera el “dirigente” o el “vocero” del partido Movimiento Ciudadano y no el gobernador de todos os jaliscienses, aseguró que la definición de candidaturas (entre ellas a la gubernatura) “no es un concurso de antigüedad o de quién es más mi amigo…”.

La verdad, insisto en que ahora sólo trató de matizar lo que dijo el viernes en su mensaje.

Antes, en su papel de dueño de la franquicia de Movimiento Ciudadano en Jalisco -como lo referimos en nuestra entrega de ayer-, el lunes anunció en rueda de prensa que “el candidato o candidata (a la gubernatura) va a surgir de un acuerdo entre nosotros. Vamos a ir con la mujer o con el hombre que tenga mejores condiciones para competir en el 24”.

Y luego presumió esta práctica antidemocrática, pero que le ha dado muy buenos resultados y que de seguro lo aprendió muy bien en su paso como militante del PRI: “Así lo hicimos en el 21, así lo hicimos en el 18, así lo hemos hecho siempre…”.

Sin embargo, para Alfaro Ramírez el escenario preelectoral rumbo al 2024 no es el mismo que tuvo en el 2021 y en el 2018, pues entonces su relación con el dueño del partido, Dante Delgado, era inmejorable, se entendían muy bien y prácticamente estaban de acuerdo en todo. Al menos no se conoció de diferencias y desencuentros como ahora son públicos y el propio gobernador jalisciense lo ha hecho evidente. Incluso, hasta se quejó que durante meses Dante y la dirigencia nacional de MC “me aplicaron un diálogo simulado”, llegando al extremo de romper con ellos y declarar que “yo ya no puedo ser parte de un proyecto político en el que no creo y que no entiendo”.

¿Podrá Enrique Alfaro imponer a los (“sus”) candidatos de un partido (Movimiento Ciudadano) al que no pertenece ni ha militado nunca, y en cuyo proyecto político nacional dice no creer ni entender? Él mismo lo declaró el viernes pasado: “No pienso hacer hoy lo que nunca he hecho en mi carrera política: ser parte de algo en lo que no creo”. En una palabra: Desde el viernes siete de julio, Alfaro Ramírez, por decisión propia, dejó de ser parte del proyecto político nacional de Dante Delgado Rannauro. Entonces, ¿Dante estará obligado a escuchar y tomar en cuenta a quien públicamente, y a nivel nacional, confesó no comulgar con él; a quien le recriminó que “la opinión de quienes desde Jalisco tanto le hemos aportado a este partido, dejó de ser importante para quienes toman las decisiones nacionales; y lo acusó de haberle aplicado “un diálogo simulado”?

Si Enrique Alfaro le quitó la posibilidad a Dante Delgado de que su partido lo postule para un cargo de elección popular -bien que mal tiene su “raiting” en Jalisco y algunos votos podría haberle aportado a MC-, ¿por qué el dirigente nacional debería de considerar sus propuestas de candidaturas, tanto a sucederlo como para el Senado y la Cámara de Diputados? ¿Qué garantía existe de que Delgado Rannauro “palomeará” y firmará la lista de candidatos que Alfaro le mande desde Jalisco, considerando que el dirigente es quien debe de firmar de aprobado y avalar dichas candidaturas?

¿Habrá analizado Enrique Alfaro las consecuencias no sólo de su decisión sino del mensaje total que le dirigió a los jaliscienses y a los mexicanos, pero particularmente a Delgado Rannauro y a la dirigencia nacional de MC? ¿O tendrá un acuerdo con Dante en el sentido de que pase lo que pase, él tendrá toda la libertad y la confianza para designar a los candidatos de Jalisco y le será respetada su lista de aspirantes? O lo que es peor: ¿Le permitirá que “palomee” o eso se hará en la Ciudad de México? Seguramente lo sabremos más adelante.

Al tiempo…