Por Julio César Hernández

En abril pasado, en su habitual colaboración periodística cada domingo y que tituló “Acaso Caín”, Eduardo Rosales Castellanos, dirigente estatal del PAN, se refirió a los despidos de funcionarios y colaboradores panistas en la estructura del Gobierno del Estado.

En dicho texto, Rosales Castellanos advertía indicios de una “cacería de brujas en contra de militantes del PAN que trabajan o trabajaban en el gobierno estatal (…). Algunos ya lamentan que aparecer en el padrón del partido gobernante se pudiera estar convirtiendo en motivo de persecución. Caín contra Abel”.

Más adelante, el dirigente panista criticaba que esta “cacería” se efectuara en contra de quienes participaron en la campaña del hoy gobernador Emilio González Márquez, cuando -recrimina-, los “despedidores no lo hicieron”.

Ya la historia de desacuerdos, diferencias y desavenencias es por todos conocida. Ya mucho se ha hablado y escrito sobre la “guerra intestina” en el PAN, aunque sus protagonistas lo nieguen y digan que todo es puera “luna de miel” y “miel sobre hojuelas”.

Ni ellos se la creen.

Por esto es que llama la atención nuevamente la colaboración periodística de Eduardo Rosales de este domingo 15, titulada “Las mejores armas”, en la que luego de la “guerra” de declaraciones, de dimes y diretes entre su grupo y el del Gobernador, ahora parece ondear la bandera blanca de la paz y pedir una “tregua” en esta colisión de grupos panistas.

En principio refiere los problemas que en enero de 2006 enfrentaba el PAN durante la campaña de Felipe Calderón, de Emilio González y en algunos municipios como campaña.

Pero luego refiere: “En medio de la crisis, y como no pasaba desde hace muchos años en Jalisco, el panismo se unió. Las largas sesiones de conciliación de los meses anteriores y la buena voluntad de los panistas más destacados, llevaron al trabajo conjunto de los diferentes liderazgos…”.

Al cierre de su texto, Rosales Castellanos apunta: “A un año de las elecciones, eso no debería olvidarse, y menos aun cuando se tienen importantes responsabilidades de gobierno de las que el ciudadano espera resultados a corto plazo. La unidad en la visión a futuro del estado y en el trabajo, más allá de las naturales diferencias de cualquier partido político, deben ser la regla a seguir para el panismo local. Parafraseando a González Luna, no tenemos otras armas ni las hay mejores”.

Por supuesto que si se entendió bien el texto del dirigente del PAN, su llamado es a la unidad; su petición es de “tregua” a la lucha interna que estelarizan los dos principales grupos dentro del PAN.

Lo que resta esperar es que el grupo del Comité Estatal pase de las letras de su dirigente a los hechos, en confirmación de que sus adversarios, los emilistas, respondan a esta petición.