La semana pasada solicitó licencia a su cargo como diputado local y ayer entregó la oficina en Palacio Legislativo. Hoy podríamos enterarnos de que Héctor Pizano Ramos pasará a formar parte del gabinete alfarista -legal o ampliado- y posiblemente como el nuevo director Instituto de Pensiones de Jalisco (Ipejal), si es al segundo, en relevo de Iván Argüelles que dejó el cargo hace algunas semanas.

Sin duda que el Congreso del Estado, el gobernador mismo y la bancada del partido Movimiento Ciudadano -en su momento fue el PRI-, pierden a un extraordinario diputado que a su paso por el Poder Legislativo -esta es su segunda ocasión- demostró capacidad, inteligencia, sensibilidad, visión, habilidad, conocimiento, preparación y lealtad, atributos que muy pocos legisladores logran reunir.

Todo eso, sin embargo, generó envidias y escozor al interior del grupo cercano al gobernador en turno, primero con Jorge Aristóteles Sandoval Díaz -en cuyo primer trienio fue diputado- y ahora con Enrique Alfaro Ramírez, quienes sin embargo siempre depositaron su confianza en él, sabedores de que sacaría adelante las encomiendas que le daban, Y así lo hizo siempre, destacándose en este caso el trabajo para integración del nuevo Constituyente, por ejemplo.

Estudioso del Derecho y con una amplia experiencia en su aplicación, gracias al ejercicio de su profesión, Pizano puso al servicio del Legislativo y el Ejecutivo esos conocimientos que redundaron en iniciativas, leyes y reformas de beneficio para la sociedad.

Pizano Ramos es también un animal político, es de aquellos a los que no sólo le gusta la política sino que le entiende. Su sensibilidad política a flor de piel lo lleva a enfrascarse en fuertes discusiones -civilizadas, por supuesto-, para el bien de la polémica parlamentaria o de la misma discusión política, si me permiten la redundancia.

Y a partir de ahí es que con un trabajo serio y profesional se ganó también la confianza y el respeto de sectores importantes para el estado como el productivo, empresarios y sindicatos, por mencionar algunos. Su paso al frente de la Secretaría del Trabajo en el sexenio anterior, le ayudó mucho a estos logros.

Pero nadie le podrá negar ni regatear a Héctor Pizano las aportaciones que le hizo al Poder Legislativo ni la lucha que desde ahí emprendió -lamentablemente infructuosa por los fuertes intereses que existen- para que se le entregara al Poder Judicial un presupuesto constitucional y se le otorgara el manejo de su propia Hacienda.

Sí, Pizano es también un “ave de tempestades”, que genera polémica y discusión, cuando defiende lo que considera es lo correcto o mejor, lo que le ha generado también algunos “roces” con quienes no coinciden con él. Pero como político, es uno de los más completos.

Como político y funcionario público, Pizano Ramos ha sido escrupulosamente respetuoso de la libertad de expresión y del trabajo de los reporteros, periodistas y medios de comunicación. Nunca un reclamo indebido, siempre una aclaración pertinente y la disposición permanente a la entrevista, al diálogo o a la declaración. De todo esto doy testimonio personal como periodista, labor que siempre ha respetado, más allá de la amistad que hemos forjado y mantenido a lo largo de los años, y que ni siquiera las divergencias sostenidas en redes sociales o en mesas de café han deteriorado.

Así, pues, Héctor Pizano podrá irse satisfecho del deber cumplido, y sin duda que además de que tendrá un importante reto para sacar adelante la encomienda que le otorgue el titular del Ejecutivo, como lo hizo en la Secretaría del Trabajo, un futuro regreso al Poder Legislativo siempre le será agradecido.

Y si no, al tiempo…