Ha pasado ya una semana de la muerte de Raúl Padilla López y los reconocimientos por su contribución a la cultura de habla hispana con la Feria Internacional del Libro no cesan. Siguen apareciendo aquí y allá, por quienes lo conocieron y por lo que no, pero que no le regatean el haber creado una obra que tanto le ha dado a las letras y a la industria editorial. Pero al mismo tiempo, crece la incertidumbre sobre el futuro tanto de la Universidad de Guadalajara como del Grupo Universidad; la intriga se abre sobre la amenaza de un intento gubernamental por aprovechar el momento e intentar “secuestrar” espacios universitarios con presuntos aliados que pueda reclutar en su interior.

Ha transcurrido una semana, la Santa, de las dos que parece Padilla López le dio a los suyos para reaccionar, para organizarse, para ponerse de acuerdo, para coordinarse, para tomar las grandes decisiones, y quizás para seguir sus póstumas instrucciones, antes de que el bullicio y la vida estudiantil, administrativa y académica vuelvan a retomar su normalidad en todos y cada uno de los Centro Universitarios.

En medio de la conmoción, de la tristeza y del desconcierto que provocó su repentina muerte y la forma en que se hizo presente, trascendió que ese mismo día -el domingo 2 de abril-, por un lado, los integrantes del llamado Sanedrín se dieron cita en la torre de Rectoría -edificio administrativo- encabezados por el ex rector Trinidad Padilla López. La lista de quienes ahí estuvieron -aseguran- no sumó a más de media docena. Gustavo Cardenas Coutiño, director de Finanzas -dicen-, apenas había iniciado sus vacaciones y se encontraba fuera de Guadalajara. Regresó de inmediato. Por el otro, se “fugó” la versión de que también hubo un encuentro entre quienes no se definían padillistas, dentro de la Universidad, pero no más. No se supo dónde ni quiénes eran con precisión.

Conforme avancen los días la ciudad recuperará poco a poco a su normalidad, y aquel suceso del Domingo de Ramos volverá a escalar en especulaciones, versiones, declaraciones y revelaciones. Y quizás entonces los reflectores se vuelquen también hacia el gobierno del Estado, hacia el gobernador Enrique Alfaro Ramírez, quien le declaró abiertamente la “guerra” a Raúl Padilla, quien le advirtió que se le “acabó el veinte”, y quien aseguró que “llegó el gobernador que va a acabar con esa historia… ya lo veremos”.

Más allá de los numerosos textos redactados por quienes a lo largo del mundo de habla hispana tienen mucho que agradecerle a Padilla López por sus aportaciones a la cultura, aquí en esta tierra en donde de todo se sospecha, los ojos de propios y extraños estarán posados en el gobierno alfarista ante cualquier intento de tomar el control de la Universidad. Pero éste es un tema que más adelante abordaremos con más amplitud, porque también hay quienes creen que si para Alfaro Ramírez el problema en la UdeG era Padilla López, entonces ahí deberá de cerrarse este capítulo que llegó a extremos nunca visto con gobierno estatal alguno.

Pero son más los que que creen que será todo lo contrario. Y la duda que aparece es: ¿tendrá Alfaro aliados dentro de la universidad para cumplir su cometido? Y yo agregaría: ¿Tendrá tiempo?

Al tiempo…