Llama la atención que quien demanda democracia para la elección del nuevo dirigente estatal del PRI, no haya exigido un proceso  democrático para la elección del coordinador de Movimiento Territorial y haya aceptado el cargo mediante el tradicional y muy querido “dedazo” dentro del Revolucionario Institucional.
Llama la atención que quien en el discurso es promotor de que “es tiempo de la militancia”, le haya impedido a esa militancia participar en la elección del nuevo presidente del comité estatal del PRI al ser uno de los firmantes que propusieron que el método de elección fuese mediante el voto de los consejeros políticos municipales, estatales y nacionales. O sea, la participación únicamente de poco más de 17 mil priistas y no abogó porque lo hicieran los poco más de 300 mil.
Llama la atención que quien tuvo al secretario general de Gobierno, Roberto López Lara, a pocos metros de distancia, separados sólo por diez sillas en la misma mesa del presidium que compartían (obsérvese la fotografía que acompaña este texto, detrás del podium transparente), no le haya dicho personalmente ni haya aprovechado el momento cuando estuvo frente el micrófono en el podium para hacerlo, frente a toda la concurrencia, lo que dijo o denunció dos días después -ayer- en una entrevista por televisión.
Me refiero al ex magistardo electoral Rubén Vázquez quien, al igual que Leobardo Alcalá Padilla y Héctor Pizano Ramos, aspira a ser el próximo dirigente estatal del PRI, pero sin mantener una línea de congruencia que lo lleve a ser tomado como un serio prospecto para tomar las riendas de su partido en un proceso electoral que no será nada fácil y en el que corren -los priistas- el alto riesgo de ser derrotados.
Conocedor de que en el PRI se puede encuadrar todo dentro de sus estatutos y reglamentos según las conveniencias del momento y la voluntad política del primer priista en turno, Rubén Vázquez nunca reclamó participar en un proceso de elección donde la militancia emitiera un voto directo y secreto para ser el dirigente -con calidad de coordinador- del Movimiento Territorial -agrupación adherida al PRI-, y desplazar de manera sorpresiva a quien no tenía mucho encabezándola, la diputada Rocío Corona Nakamura.
Como buen priista, Rubén Vázquez aceptó sin chistar ni pataleo alguno la decisión y voluntad de quien decide los nombramientos dentro del PRI. Y con ese cargo comenzó a trabajar por gran parte del estado su gran aspiración: ser presidente de su partido.
Pero también como buen dirigente y conocedor de las reglas no escritas dentro de su partido, no tuvo empacho ni reparo alguno en sumarse a la propuesta del resto de los vicepresidentes del Consejo Político Estatal, que son los dirigentes de los sectores y organizaciones priistas, para proponerle al dirigente José Socorro Velázquez que fueran los consejeros políticos los que eligieran a su sucesor.
Rubén Vázquez volvió a decidir por segunda ocasión -la primera fue cuando lo hicieron dirigente del MT-, quién sabe por qué razones, que aún no era el tiempo de la militancia o que esa militancia podía esperar otros tiempos porque los de ahora a él no le convenía que participara, o vaya usted a saber por qué le impidió a esa militancia ser quien eligiera al nuevo presidente.
Y ahora nos encontramos con un Rubén Vázquez que no sabe aprovechar las oportunidades que se le presentan para reclamar, recriminar o exhibir públicamente a quien pudiese estar incurriendo en un acto indebido, como lo denunció ayer por la noche… vía telefónica en televisión.
No obstante que pudo haberlo hecho el sábado durante la sesión del Consejo Político Estatal cuando hizo uso de la palabra, prefirió esperarse dos días para denunciar al secretario general de Gobierno, Roberto López Lara, de presionar a diputados, presidentes (municipales) y delegados y tirarles línea quién sabe en qué sentido, pues nunca lo dijo abiertamente ni lo aclaró. Simplemente expresó:
“No es correcto que el secretario general de Gobierno (…), Roberto López Lara, ande presionando a los diputados, presidentes y delegados, tirándoles línea… eso no funciona”.
Qué lástima que esta denuncia no la hizo cuando tuvo todo el escenario político y mediático para él solo, cuando pudo haberse llevado las “ocho columnas” de la prensa y los principales espacios de los medios electrónicos; incluso, pudo haber sido noticia nacional. El propio José Socorro Velázquez le puso el escenario para hacerlo cuando le concedió el uso de la palabra durante la sesión del Consejo.
Pero no, Rubén Vázquez prefirió seguir siendo “genio y figura… “.