Por Julio César Hernández

El dirigente estatal del PAN, Eduardo Rosales Castellanos, se molestó porque los analistas locales ignoraron olímpicamente la propuesta de agenda legislativa de su bancada en el Congreso del Estado, según lo plasmó en su colaboración periodística dominical.

Concretamente no le pareció que ningún interés haya despertado para su análisis la “relevante” e “inédita” propuesta de establecer mecanismos de evaluación de cada uno de los legisladores.

“No conozco un ejercicio similar -dice en su texto-: un grupo parlamentario genera un método cuantitativo para evaluarse y lo hace público, con todos los riesgos que esto genera. Una agenda como ésta es inédita a nivel nacional y posibilita, a futuro, contar por fin con métodos para conocer qué diputados cumplen y cuáles no. Medir cumplimiento de la agenda, número de consultados e impacto del trabajo legislativo es mucho mejor que contar asistencia a sesiones o a comisiones.

“Nuestros analistas locales, sin embargo, andan preocupados por otras cosas más relevantes como encontrar motivos para justificar que algunos regidores se pongan de acuerdo con otros partidos para beneficiar a familiares y amigos o si las camionetas de los secretarios son del tamaño adecuado. Ah, nuestra bienpensantía local siempre tan profunda”, concluye con un dejo de sarcasmo.

Quizás Eduardo Rosales esperaba de estos analistas locales loas y aplausos para su agenda legislativa, concretamente para su método propuesto para evaluar el trabajo de los diputados, y estos analistas lo decepcionaron por andar abordando temas como el pleito interno entre regidores en el Ayuntamiento de Guadalajara o la decisión de algunos secretarios de adjudicarse camionetas cuando están autorizados a comprar únicamente automóviles tipo sedán, lo que significa realizar un gasto mayor al que tienen asignado de los recursos que provienen del impuesto ciudadano.

Pero creemos que el dirigente panista cayó en el mismo error que él le achaca a los analistas locales, pues en lugar de utilizar su espacio periodístico para manifestar su molestia contra aquellos, pudo haberlo aprovechado para explicar más ampliamente los beneficios y exaltar las bondades de su método de evaluación legislativa, pues seguramente sus lectores le agradecerán más que abunde sobre su propuesta que el que discrepe públicamente del trabajo de los analistas.

A Eduardo Rosales le faltó asumir una posición autocrítica y reconocer que él mismo como dirigente ha abonado al hecho de que los analistas volteen su mirada a asuntos quizás menos profundos como dice, pues si alguien provocó que los reflectores públicos se dirigieran al pleito entre los regidores panistas en Guadalajara fue él cuando declaró que pediría la expulsión de los que votaron en contra de una iniciativa del alcalde Alfonso Petersen, además de la síndico Verónica Rizo.

Así es que creemos que no será la primera y última vez que Rosales Castellanos se encuentre con que los analistas no abordaron el tema que él hubiese querido.