A dos años del triunfo de Andrés Manuel López Obrador, ¿estamos mejor o peor que antes?

Sin duda alguna que las posturas en uno u otro sentido son encontradas, pues mientras en los últimos fines de semana se han registrado en las principales capitales del país varias marchas antiamlo exigiendo su renuncia, por otro lado, según las últimas encuestas, mantiene una aprobación ciudadana aceptable, más allá de los “fifís” y los “chairos” que encontramos en las redes sociales.

La encuesta publicada ayer por el periódico El Financiero revela que el López Obrador mantiene un 53% de aprobación; sí, muy lejos que aquel casi 80% con el que inició su sexenio, pero el poder desgasta y decepciona, pero sigue siendo un importante nicho en qué sostenerse.

López Obrador no deja de disfrutar, de saborear, de festejar el sonoro triunfo obtenido un día como hoy del 2018 cuando el 53% de quienes acudieron a las urnas votaron a su favor, más de 30 millones de ciudadanos, cantidad hoy, sin duda, disminuida, pero no lo suficiente como para que esté preocupado y, mucho menos, angustiado.

Si, desde la presidencia Andrés Manuel ha llevado a la práctica aquello de “¡al diablo con las instituciones!”, porque lamentablemente las ha sometido a su arbitrio, ha debilitado a aquellas que le son incómodas y desaparecido a las que son un obstáculo para su proyecto. Pero contra lo que digan sus críticos y detractores, ahí está el meollo del asunto: López Obrador sigue adelante con su proyecto de socializar a México, y no se ha detenido en hacer lo que tenga que hacer para concretarlo.

El discurso de campaña -combate a la corrupción, mayor y mejor seguridad pública, primero los pobres…-, fue eso: un discurso para ganar una elección, porque ahora en el poder ha hecho completamente lo contrario: la corrupción campante entre sus principales colaboradores; la inseguridad pública en exceso y la delincuencia organizada se mueve como “Pedro por su casa”; y el “primero los pobres” no se conviertió en un revés a la pobreza sino en la creación de una “clientela” a la que hay que mantener contenta con políticas prácticamente de caridad, clientelares, asistencialistas, que le permitan tener bajo su poder y control a una masa electoral que sabrá responderle en el 2021 y en el 2024.

Quisimos ver en AMLO la réplica del presidencialismo del nuevo siglo, con sus matices por ser de izquierda y de un nuevo partido en el que se combinan todos los demás (PAN, PRI, PRD, PVEM, PT…), pero la realidad nos ha demostrado al presidencialismo del siglo XX, concretamente de la década de los 70’s. El propio López Obrador lo ha dicho, más allá de las etiquetas de “conservadores” y “liberales”: esta presidencia no es igual a las anteriores.

Aunque se diga lo contrario, el gobierno lópezobradorista sigue -a su paso porque México no es Venezuela, Bolivia, Cuba u otros países similares, y tiene como principal vecino a Estados Unidos-, las directrices del Foro de Sao Paulo, y quien así lo ha demostrado principal con sus discursos y textos a través de sus redes sociales quien fuera la dirigente de Morena, Yeidckol Polevnski, sin ignorar que en la misma línea está el senador Martí Batres y otros políticos que han caminado muy de cerca de López Obrador.

Y si López Obrador ha logrado avanzar en su objetivo, es porque no tiene enfrente a una oposición con la fuerza suficiente para detenerlo o, cuando menos, complicarle su proyecto. Tuvo que ser un virus -el Covid 19-, el factor que viniera a modificarle el trayecto que tenía marcado, pero aún así ha querido sacarle provecho para su beneficio.

Así, pues, no hay que engañarnos o distraernos queriendo tener en la presidencia de México a un Ejecutivo con un perfil similar a sus antecesores, porque quien hoy está al frente de él tiene un proyecto bien definido que está dispuesto a llevarlo a cabo a costa de lo que sea. Y creo que lo único que pudiera frenarlo será quitándole la mayoría legislativa del Congreso de la Unión, porque eso no lo lograrán ni las marchas, ni las protestas en vehículos y ni siquiera la revocación de mandato.

Y sino, al tiempo…