Si algo realmente le preocupa y quizás le quita el sueño al presidente Andrés Manuel López Obrador son los bloques en su contra. Tanto, que ayer confesó en la “mañanera” aquí en Zapopan que una noche antes leyó el desplegado en el que intelectuales y periodistas convocaron a una alianza ciudadana y con los partidos políticos de oposición enfrentarlo en los comicios del 2021, y que de inmediato se puso a redactar su respuesta.

López Obrador no estaba preocupado por el tema y asunto que lo trajo a Jalisco: la inseguridad pública; no, él tenía en su mente a los “abajofirmantes” que afirmaron en su texto que para corregir el camino por el que lleva al país el presidente de la República “es mediante una amplia alianza ciudadana que, junto con los partidos de oposición, construya un bloque que, a través del voto popular, reestablezca el verdadero rostro de la pluralidad ciudadan en las elecciones parlamentarias de 2021”.

Después de leerlo en su cuarto de hotel -lo confesó él mismo-, de inmediato se puso a escribir lo que pensaba, no sólo sobre el contenido del desplegado sino de quienes lo firmaron. “Celebro que escritores y periodistas que han defendido desde siempre el modelo neoliberal o neoporfirista se agrupen, se definan y dejen de lado la simulación para buscar restaurar el ántiguo régimen, caracterizado por la antidemocracia la corrupción y la desigualdad…

“Sea por interés o por puro coraje, los conservadores que fingían ser liberales por fin se están quitando la máscara”.

Es más, utilizó la parte final de su rueda de prensa para darle respuesta a los “abajofirmantes”, para lo que ya tenía listas las láminas tanto del desplegado como de su respuesta, afirmando, con “jiribilla”, que qué mejor que darles respuesta aquí en Jalisco. ¿Qué habrá querido decir?

Así ha sido la reacción lópezobradorista a la aparición de bloques o grupos en su contra: de inmediato. Le dan pavor, no los tolera y recurre de inmediato a la descalificación, anteponiendo siempre la trillada frase de que “el debate es parte consustancias de la democracia”, pero si por él fuera no querría debate. es más, ni a debate llega porque él no responde con argumentos sino con descalificación.

Lo hizo con estos escritores y periodistas como lo hizo con quienes integran la agrupación FRENA que se manifiesta todos los domingos en diversas capitales y ciudades del país; lo hizo con los partidos políticos cuando el PRI propuso una alianza electoral al PAN, PRD y MC, respondiendo con el bloque Morena-Verde Ecologista-Partido del Trabajo. Y lo hace contra todos aquellos que se manifiestan en su contra o no están de acuerdo con él, incluso lanzando aquello de que “quien no está a favor de la Transformación está en contra de ella”. Y de ahí parte para encasillas a sus aliados y adversarios.

En una democracia -palabra a la que tanto recurre Andrés Manuel en sus discursos-, es natural que se alíen quienes comparten intereses para enfrentar a los que no, y en este caso las diferencias se dirimen en las urnas, en un proceso electoral, y tan es sano que lo hagan los adversarios de López Obrador como también quienes simpatizan con él y su proyecto de gobierno. Pero no pueden utilizar el poder que ostentas para acabar con tus adversarios. Y eso hace Amlo.

Ese poder lo utiliza contra los gobernadores, que si bien se aglutinan en alianzas regionales, la verdad es que cuando en lo individual están frente al presidente terminan “doblándose” como sucedió en Michoacán, Guanajuato y Jalisco recientemente. Sabe que a ellos los tiene entre sus manos.

Así, pues, habrá que ver con el tiempo qué tanto avanzan los bloques hasta ahora conformados para enfrentarlo, qué tanto poder de convocatoria tienen los que llamó “conservadores que fingían ser liberales”, qué tanto permea entre la ciudadanía organizaciones como FRENA y qué tanto pueden hacer los gobernadores de la oposición, porque hasta el momento parece ser que le han hecho “lo que el viento a Juárez”.

Pero quizás todo sea cuestión de tiempo…