Por Julio César Hernández

Apenas el jueves pasado, 72 horas antes de la elección del dirigente del PAN en Zapopan, un panista nos auguró: José Antonio de la Torre va a ganar por 150 votos de diferencia. Estaba seguro de su pronóstico, porque en otras ocasiones los hechos, en anteriores elecciones internas en su partido, le habían dado la razón.

Sin embargo, en ésta ocasión su apuesta falló.

De la Torre perdió la elección frente al diputado local Bernardo Guzmán, curiosamente con una diferencia de la mitad de los votos con que se había presumido que él ganaría. O sea que de los 150 sufragios que se calculó le darían el triunfo, finalmente perdió por una diferencia de 79 votos.

Por supuesto que el triunfo de Bernardo Guzmán fue una victoria para el equipo de Emilio González Márquez, Herbert Taylor, los Fernandos –Guzmán y Garza- y Rodolfo Ocampo, entre otros. Y, por lo tanto, una derrota para el equipo de Francisco Ramírez Acuña, Eduardo Rosales Castellanos y Abraham González Uyeda, entre algunos más.

No hay duda. Esta es la lectura política que hay que darle al proceso zapopano, en el marco de la guerra grupera al interior de Acción Nacional.

Muchas explicaciones podrán encontrarse sobre este resultado. Cada uno de los protagonistas darán sus razones particulares sobre el triunfo de uno y la derrota del otro, pero no podría quedar fuera del análisis la situación escandalosa que se registra en Tonalá, donde labora un buen número de zapopanos que sufragaron el domingo anterior.

Sin demeritar el trabajo realizado en campaña por el diputado Guzmán, no podemos ignorar que el escándalo en el Ayuntamiento de Tonalá “salpicó” y afectó a José Antonio de la Torre, quien indirectamente se suma a la lista de “damnificados” que deja esta historia que aun no concluye.

Días previos a la elección, y tras revelarse una serie de informaciones que pusieron al descubierto la red de complicidades, extorsión y corrupción entre funcionarios tonaltecas, se desató una “guerra de correos electrónicos” en contra del grupo de apoyo de José Antonio de la Torre, que sin duda influyó, de alguna manera, en la elección dominical.

Seguramente habrá tiempo para que Pepe Toño y su gente hagan un recuento de los daños, pero en tanto hay que tomar en cuenta que se acerca una nueva elección: la del dirigente del Comité panista en Guadalajara, donde los dos principales contendientes son Alejandro Madrigal y Manuel Romo.

Quizás en este proceso nada tenga que ver el “Factor Tonalá”, pero será importante conocer si los promotores de De la Torre toman revancha llevando al triunfo a Romo o nuevamente sucumben ante los emilistas que dieron la victoria a Bernardo Guzmán y que ahora, el cuatro de noviembre, se la darían a Madrigal Díaz.