Cuando un gobernador tiene que salir a decir que “no soy flojo, trabajo mucho, no me robo el dinero, tengo palabra…”, significa que las cosas no andan bien entre él y sus gobernados, pues tener que aclarar todo eso es tanto como reconocer que entre la ciudadanía se cree todo lo contrario. ¿O por que Enrique Alfaro Ramírez tuvo que hacer esas aclaraciones en su visita a la populosa colonia El Sauz donde recriminó a sus antecesores no haberla visitado? No quisiera creer que su dicho tiene más un sentido de recriminación a los jaliscienses por la baja calificación que le otorgan en las encuestas.

Pero la descripción que el Mandatario estatal hace de él mismo -“no soy flojo, trabajo mucho, no me robo el dinero, tengo palabra…”-, tiene sentido de reproche a la sociedad jalisciense que lo tiene ubicado desde hace ya varios meses, prácticamente desde que las actividades volvieron a su normalidad luego de la crisis de la pandemia, entre los cinco gobernadores peor evaluados, colocándolo en el lugar 28 y del cual no ha logrado salir.

Quizás por eso a Enrique Alfaro le duele más que los aficionados “chivas” griten en el estadio Akron a favor de sus acérrimos adversarios del Atlas -ante la pésima actuación de su equipo rojiblanco-, que ver a familias enteras clamando por encontrar a sus familiares desaparecidos y pidiendo los reciba en Casa Jalisco como recibe a las celebridades de diversos ámbitos; que advertir cómo en Jalisco los feminicidios son “el pan nuestro de cada día”; que ignorar la muerte de inocentes en medio de la refriega generada por el crimen organizado… y así muchas cosas más.

El que los jaliscienses lo tengan ubicado entre los cinco gobernadores peor calificados desde hace ya bastante tiempo, provocó quizás que al gobernador Alfaro Ramírez se le quitaran las ganas de sentirse presidenciable al no aparecer en las encuestas con esa calidad, y luego de ver también que un joven con apenas cuatro años en el medio político, pero de nombre Luis Donaldo y de apellido Colosio, lo haya rebasado por la derecha y sea considerado hoy un factor importante para descarrillar a Morena y su cuarta transformación.

¿O para quién fue el mensaje de Alfaro al decir que “no soy flojo, trabajo mucho, no me robo el dinero, tengo palabra…”?

No es la primera vez que señalo que el gobernador parece no disfrutar del momento de ser el titular del Poder Ejecutivo de Jalisco, como tampoco disfrutó ser alcalde. Su lenguaje corporal lo evidencian; su discurso recriminatorio y acusatorio hacia sus antecesores, lo revelan; su enojo con quienes no opinan ni piensan como él, lo descubren; su lenguaje poco amable hacia los grupos y colectivos que osan criticarlo, lo demuestra.

Enrique Alfaro parece sentirse poco valorado por sus gobernados, por el ciudadano común, por aquel al que en campaña deslumbró y encantó y se ganó con su voto. Algo sucedió que la ciudadanía que lo vitoreó como candidato, hoy lo critica como gobernante o cuestiona su trabajo. Y eso parece no gustarle al gobernador. Como tampoco le gusta la crítica en los medios de comunicación, muchos de los cuales pasaron de alabarlo como candidato a criticarlo como gobernante. Y ni qué decir de los cartones políticos. Prácticamente es “cliente” de los cartonistas, aunque hay quien prefiere no dedicarle ninguno antes que criticarlo.

La verdad dudo mucho que su confesión de “no soy flojo, trabajo mucho, no me robo el dinero, tengo palabra…”, cambie la percepción que el jalisciense tiene de su gobierno, y eso lo mantendrá entre los cinco gobernadores peor calificados del país.

Y eso, por supuesto, no es del agrado de quien pensó que tenía el camino despejado para ser presidenciable.