Enfrentados, en el PAN, a la cruda realidad de que pueden perder el poder y esperanzados, en el PRI, a que ahora tienen ahora amplias posibilidades de recuperarlo, ambos partidos han decidido asegurar el control de los mecanismos de elección de sus candidato con el propósito de evitar rupturas que repercutan en contra en los comicios de julio próximo.
En el Revolucionario Institucional han entendido que si hay división interna las probabilidades de regresar a Los Pinos y recuperar varias gubernaturas se les pueden esfumar; mientras en Acción Nacional parecen estar dispuestos a enfrentar una revolución interna por su decisión de designar candidatos, apostándole a que los ungidos serán aquellos que garantizan ganar elecciones externas más que las internas, como viniera a decir a Jalisco el dirigente nacional, Gustavo Madero.
En el PRI le apostaron a la convención de delegados para elegir a su candidato a la Presidencia de la República y al mayor número de espacios en el Congreso de la Unión, las gubernaturas, los Ayuntamientos y las diputaciones locales que estarán en juego, sabedores de que es el mejor método para asegurar que la “línea” se respete a través de los delegados participantes.
Vamos, indpendientemente de como se le quiera ver, finalmente es el “dedazo” para ungir a los elegidos, blindado por la férrea disciplina partidista que hoy puede aplicarse ante la fortaleza de su principal aspirante presidencial.
En el PAN, en cambio, han decidido jugársela con un método al que la militancia no está acostumbrada, que en los estatutos lo establecen como una excepción y no como una regla y que ha generado no sólo una gran inconconformidad de las bases sino que ha provocado que no pocos recurran a Tribunales para hacer valer su derecho de militantes a elegir y ser elegidos
La designación de candidatos en 141 distritos electorales en el país y del 70 por ciento de los candidatos al Senado ha colocado a la dirigencia nacional del  PAN contra la pared por una rebelión silenciosa de sus militantes.
Jalisco, por ejemplo, es uno de los estados donde esta rebelión se “cocina” de manera discreta, pero que ha obligado a su dirigencia estatal, encabezada por Miguel Ángel Monraz, a presionar a su dirigencia nacional a dar marcha atrás a la decisión ya tomada y a no incurrir en el error de definir las candidaturas locales por el mismo mecanismo.
Como en el PRI, en el PAN se han decidido por aplicar el “dedazo” ante el temor de que sea la afiliación masiva para este propósito la que termine por definir quién o quiénes serán los candidatos que no siempre son los que garantizan la victoria frente a un priismo que le apuesta a arrasar en las elecciones del 2012.
En el PRI no se advierte riesgo de ruptura ante la esperanza de que a todos los aspirantes les toque una rebanada del pastel electoral, en tanto que en el PAN pasa del riesgo a la amenaza sin importarles a los actores políticos quedarse como el “perro del hortelado”.