Por Julio César Hernández

Ayer por la mañana el dirigente del PRI en Guadalajara, Eduardo Almaguer Ramírez, reiteró que los aspirantes a una candidatura en julio próximo deberán de someterse a un proceso de certificación, como uno de los requisitos para alcanzar su registro como tal.

Este proceso de certificación incluye un examen físico (antidoping), mental (psicométrico), de honestidad (polígrafo) y de eficiencia.

Reveló que ya hay varios priistas apuntados que solicitaron ser sometidos a dichos exámenes, entre los que sobresalen Eugenio Ruiz Orozco –para los que no creen que va en serio su aspiración a ser candidato a la alcaldía-, Salvador Caro Cabrera, Leobardo Alcalá Padilla, Gloria Judith Rojas Maldonado, Gerardo Rodríguez Rodríguez, Javier Galván Guerrero, Guadalupe Ledezma Ramírez y Rocío Corona Nakamura.

Almaguer Ramírez advirtió que esta certificación de aspirantes “va en serio”, pues aseguró que “el principal perfil que debe de tener quien aspire a representar a nuestro partido es de honestidad, eficiencia y compromiso con la sociedad”.

Si esta certificación va en serio, entonces la medida tendrá que ser aplicada de manera completa y los resultados de estos exámenes deberán de hacerse públicos, pues de otra manera no será sino mera “faramalla”, “teatro” o un “show”.

Si de veras el PRI quiere lanzar como candidatos a hombres probos, entonces no solo tendrán que parecerlo –porque después resultan “gato por liebre”- sino demostrarlo, y qué mejor que sea publicando o revelando los resultados de sus exámenes físico, mental, de honestidad y de eficiencia.

Insisto: sólo así será creíble este paso importante que se está dando.

De no hacerse públicos los resultados, entonces pretenderán darle “atole con el dedo a la ciudadanía”, le faltarán el respeto a su inteligencia y los priistas terminarán por hacerse tontos así mismo.

Y los primeros que deben de exigir que sean públicos los resultados, deben ser los propios examinados. Si no, mejor que ni le entren a este juego, que es serio.