No puedo evitar reir cada vez que leo en redes sociales una felicitación o un reconocimiento -aún por parte de algunos colegas periodistas- al pleno del Congreso del Estado por haber desaforado al magistrado José de Jesús Covarrubias Dueñas, cuando lo único que hizo fue cumplir con su deber y obligación sin necesidad de que le dieran “línea” desde el Ejecutivo -¿o sí se la dieron?; cuando simplemente ejecutó una de las muchas facultades que le da la Constitución y la Ley Orgánica del Poder Legislativo; cuando, por fin, tomó en serio su trabajo y cada uno de sus integrantes asumieron el papel para el que fueron electos: diputados.

No haber desaforado a Covarrubias Dueñas hubiera confirmado que estos diputados “bailan al son” que les tocan desde Casa Jalisco -como lo hicieron sus antecesores de la LXII Legislatura y aún lo hacen la mayoría de ellos-, pero existían todas las agravantes y pruebas para realizarlo. No tenían salida, no había pretexto ni justificación para no haberlo hecho. La legislación establece todos los pasos a seguir para que se concrete el desafuero de un funcionario público que goza de ese privilegio, el fuero, como es el caso de los magistrados del Poder Judicial.

Entonces, ¿por qué felicitar o reconocer a los diputados si únicamente cumplieron con su facultad y obligación? ¿Será, acaso, porque nos acostumbramos a que comúnmente las decisiones que deben de beneficiar a la sociedad las toman en sentido contrario? ¿Quizás porque sólo se han dedicado a cumplir al pie de la letra los mandatos y deseos del Ejecutivo, convirtiendo al Poder Legislativo en la oficialía de partes del primero, y por ello merecen reconocimiento cuando por fin cumplen con su responsabilidad?

Lo criticable, y que debe de evidenciarse a la luz de las leyes mismas, es cuando desde la misma curul en la que hoy cumplieron con su deber, obligación y facultad, pretenden crear e inventar juicios políticos en contra de la ley misma, montando todo un espectáculo para saciar la sed de venganza de sus patrones o de quienes les dictan hasta “el modito de caminar” desde fuera del Palacio Legislativo.

Y un ejemplo de lo anterior está en la burda maniobra que construyeron sus antecesores de la LXII Legislatura -y que los actuales no se atreven a desechar- al aprobar someter a juicio político al magistrado del Tribunal de Justicia Administrativa, Armando García Estrada, quien al igual que el resto de sus colegas que integran este tribunal no son sujetos a este proceso de acuerdo a la Constitución del Estado que así lo establece en sus artículos 65 y 97 fraccción I. Y a pesar de esto, los diputados se “doblaron” a los pies de su amo. (Diputados serviles inventan juicios políticos por consigna Marcatextos 17/Sept/2021 y Torpeza legislativa: Magistrados del TJA no son sujetos de juicio político Marcatextos 22/Sept/2021).

Por cierto -valga el paréntesis por venir al caso-, ante la evidencia de su ilegal y amañada licitación para el arrendamiento de unidades para la Policía de Guadalajara, el alcalde Jesús Pablo Lemus Navarro incurre en la torpeza de declarar -urge que tenga mejores asesores legales o que se inscriba en un curso de Derecho intensivo- que se le debe iniciar juicio político a García Estrada, cuando no sólo no procede legalmente sino porque con ello quiere desviar la atención y culpar a quien cumplió con sus atribuciones en el marco de la ley, de sus pésimas decisiones que violentaron la ley y los mandatos judiciales local y federal.

Pero regresando al tema de los diputados, bien valdría que en el resto de su actuación como integrantes de esta LXIII Legislatura continúen por la línea mostrada en su sesión de anteayer y que concluyó hasta la madrugada de ayer, que no fue otra cosa que hacerlo en el marco de la ley, ejerciendo sus atribuciones, cumpliendo con su obligación, con libertad y autonomía, sin atender consigna alguna ajena a sus facultades…

Es cierto, creo que estoy pidiendo demasiado y difícilmente veremos una conducta de los diputados como la que tuvieron en esta sesión extraordinaria, al menos de la mayoría que integran los de la fracción de Movimiento Ciudadano y sus partidos aliados que no terminan por despegarse de la “ubre” naranja.

Así, pues, nada qué festejar ni felicitar ni reconocer. Los diputados cumplieron con la ley, con su obligación y hasta ahí. Nada de que “así como los critico, ahora los reconozco…”. Eso es tanto como tener que acostumbrarnos -¿ya lo hicimos?- a que siempre actuarán por consigna y de acuerdo a la “línea” que les lance su patrón.

En fin…