Julio César Hernández
Los últimos accidentes viales donde se han mezclado el volante y alcohol, y ha habido personas muertas de por medio, han sido motivo para que la Ley de Diversión Responsable quede en medio de la disputa entre el priista Jesús Casillas Romero y el panista Diego Monraz Villaseñor por la presidencia municipal de Zapopan.
Punteros en sus respectivos partidos en la contienda interna por esta candidatura, tras estos hechos de sangre que han evidenciado la necesidad de un ajuste en la citada Ley y una mayor y mejor actuación de los elementos de vialidad, Casillas Romero y Monraz Villaseñor han paso al reparto de culpas mutuas.
Nadie puede negar la bondad de la legislación impulsada no solo por Casillas sino también por Enrique Aubry y Abraham González, pues además de haber inhibido la suma de más accidentes automovilísticos con fatales consecuencias, generó conciencia entre los conductores, principalmente jóvenes.
Sin embargo, los dos pasados fines de semana se registraron sendos accidentes donde dos jovencitas fallecieron -además no traían el cinturón de seguridad-, y cuyos conductores que los provocaron se negaron a ser sometidos al examen de la alcoholemia, lo que hizo advertir que era necesario “meterle mano” a la Ley de Diversión Responsable.
Ahora, en medio de este tema, los aspirantes  en el PAN y el PRI a suceder a Héctor Vielma se han enfrascado en una discusión que no debe de “contaminarse” partidistamente.
Si el alegato de ambos es por demostrar quién hace mejor las cosas por atender debidamente este asunto, bienvenida la competencia por enfrentar un problema vial de suma gravedad. Pero si les gana la mezquindad y de lo que se trata es de demostrar quién es el menos peor, la verdad es que ninguno de los dos merece llegar a ese cargo.
En sus manos está el asunto.