Podría recurrir a la sobada frase, parafraseando a Víctor Trujillo, del: “Lááááááááástima Margarita…”, pero no.

La apretada resolución (4 en contra y 3 a favor) del Tribunal Electoral de negarle a México Libre -lidereado por Margarita Zavala- su registro como nuevo partido político y aprobárselo a tres institutos políticos identificados de filolópezobradoristas, nos debe de llevar a una reflexión más allá de los apellidos Calderón-Zavala.

Mientras el ex presidente de la República y su esposa lamentaban la decisión de los magistrados, los seguidores de los nuevos partidos Encuentro Solidario (PES), Fuerza Social y Redes Sociales Progresistas festejaban haber logrado su registro, particularmente los dos últimos a los que el Instituto Nacional Electoral se los había negado.

Más allá de filias y fobias, otorgarle el registro a tres partidos políticos afines al gobierno de López Obrador y negárselo al que sin duda alguna se convertiría en la voz más fuerte dentro de la oposición, no es buena señal para los tiempos que están por venir. No creo exagerar si presumo que México Libre se habría convertido en el reducto de las voces opositoras sin partido del lópezobradorismo. Y eso, sin duda, debió preocupar en Palacio Nacional.

Nadie puede dudar que si bien por ley están obligados a contender sin alianzas en el 2021, los partidos Encuentro Solidario, identificado con grupos evangélicos en el país; Fuerza Social, que encabeza el líder sindical Pedro Haces, senador suplente de Morena; y Redes Sociales Progresistas, que encabeza Fernando González, yerno de la maestra Elba Esther Gordillo, sabrán entenderse políticamente con la 4T de López Obrador.

¿Le conviene al país, a su democracia, un juego político electoral donde las voces críticas no sólo sean avasalladas por el poder -como en los mejores tiempos del PRI-, sino incluso se les “borre” del mapa sin darles la oportunidad de participar en ese juego, medir fuerzas y, en un momento dado, ser derrotados en buena lid?

¿De veras sólo el partido de Margarita Zavala y Felipe Calderón incurrieron en faltas que ameritaron negarle el registro, y los otros dos a los que el INE también se los negó, no incurrieron en ellas y todo fue un error de los consejeros electorales? ¿Será fácil que la ciudadanía se crea que los nuevos partidos afines al lópezobradorismo cumplieron con los requisitos y no lo hiciera únicamente el partido de quien el presidente López Obrador ha adoptado como su “villano favorito”, como es el caso de Felipe Calderón?

A Calderón debieron de derrotarlo en las urnas, no en la mesa de un Tribunal. Eso no es sano para la vida política del país; mucho menos cuando quien gobierna no tiene verdaderos contrapesos enfrente, lo que le permite seguir sin obstáculo alguno su camino a concretar un proyecto que ya ha demostrado que no es el más conveniente para los mexicanos.

Pero bien dice el dicho: “Palo dado ni Dios lo quita”. Hoy resta sólo esperar cuál será el derrotero que decidan tomar Margarita y Felipe y todos aquellos mexicanos que creyeron en ellos y se sumaron a su proyecto para competir en la política a través de un partido político.

Seguro que pronto lo sabremos. Al tiempo…