Sólo el inquilino de Palacio de Gobierno sabe de la soledad del poder.

Normalmente esa soledad la viven en el ocaso de su administración, cuando están a punto de ver aquella escena sexenal de “Muera el Rey, viva el Rey!, cuando cada día son menos las visitas que reciben, cuando sus otrora aliados acuden en estampida a postrarse ante quien lo sustituirá, cuando simplemente dejarán de ser el Poder en el trono.

Sin embargo, es raro que el inquilino de Palacio esté solo al inicio de su sexenio, cuando comienza a saborear las mieles del poder, cuando es objeto de la lisonja de quienes cumplieron el mismo ritual en las postrimerías de su antecesor, cuando las esperanzas de sus gobernados aún están despiertas y vivas por las promesas de campaña…

Pero la soledad de quien apenas comienza a recorrer el Palacio es muy diferente a la soledad de quien va de salida y conoce los recovecos de ese Palacio que está por abandonar. La soledad de éste último es real, la Corte de colaboradores o simpatizantes que antes lo acompañaba se esfumó, mientras la soledad de quien llega es una soledad interpretada por el poderoso silencio de esa nueva Corte que lo rodea y acompaña, de colaboradores, seguidores o simpatizantes.

Y esta soledad es en la que el ex gobernador Francisco Ramírez Acuña ve sumido al actual mandatario estatal Enrique Alfaro Ramírez frente al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. “Creo que en este momento se ve un tanto cuanto solo al Gobernador”, dijo en entrevista con el periódico Mural y agregó: “No podemos dejar los jaliscienses de apoyar al Gobernador.

Pero Ramírez Acuña no advierte esa soledad de Alfaro únicamente ante el gobierno federal sino también en asuntos locales como el caso de la desaparición del Instituto Jalisciense de la Mujer, por ejemplo. Al respecto, el también ex embajador de México en España señaló: “No puede hacerlo todo el Ejecutivo estatal, se necesita tener mecanismos, instrumentos y personas que le ayuden al Gobernador a estar haciendo la operación política correspondiente…”.

Apenas ayer aquí en Marcatextos planteaba lo siguiente:

“(…) ¿Hay sintonía entre los jaliscienses y su gobierno estatal frente al gobierno lópezobradorista? No la veo. ¿Hay coincidencia entre la población de Jalisco y el gobierno alfarista en contra de las acciones del presidente Andrés Manuel? No la advierto.

“El empresariado de Jalisco tímidamente alza la voz y le habla cuidadosamente al gobierno federal. Las organizaciones no gubernamentales, de la sociedad civil organizada, están calladas o atentas a las acciones del gobierno estatal como es el caso de las mujeres. La oposición política prácticamente es inexistente y no se atreve a asomarse ni contra el lópezobradorismo ni contra el alfarismo.

“Lo que sí vemos, pues, es una falta de conexión, de coincidencia, entre el discurso y el tono del gobierno estatal y el de los jaliscienses frente al gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Parece que el tono alfarista no es el tono que quieren sus gobernados. O al menos no es el que mayoritariamente aplauden”.

Así, pues, no somos pocos los que vemos sumido en la soledad al nuevo inquilino de Palacio de Gobierno. La pregunta es: ¿Durante cuánto tiempo más…?