El gobernador Enrique Alfaro Ramírez le declaró a Mural: “A quienes quieren hacer ver al Gobierno de Jalisco como un gobierno que no avanza, que no construye y que no resuelve, pues me parece que a ellos también les tapamos la boca en esta elección”.

Decía en mi entrega de ayer que “(Alfaro) difícilmente reconocerá que lo emitido el pasado domingo seis fue mayoritariamente un voto antiAmlo, antilópezobradorista o anti4T -como gusten llamarlo-, y no tanto un refrendo a los gobiernos de Movimiento Ciudadano…”.

Y aunque “de dientes para fuera” -decían las abuelas- el Mandatario estatal y los dirigentes de MC festinan que los jaliscienses aprobaron lo que van de sus gestiones estatal y municipales al haber ganado la mayoría del Congreso y de las alcaldías de la zona metropolitana, por dentro saben que no es así; al interior reconocen que la población está enojada con sus administraciones, no tanto porque no avancen, construyan o resuelvan, pues eso ha quedado de manifiesto en la satisfacción de sus propios intereses, de sus grupos políticos, de sus amigos, de sus compadres, de sus socios, sino porque no han cumplido con las expectativas generadas con la votación que obtuvieron en 2018, principalmente en materia de seguridad pública.

Como en 2016 cuando la frase “López Obrador es un peligro para México”, reitero que al menos aquí en Jalisco la estrategia del “voto útil”, el asustar con que podría ganar Morena y que para evitarlo habría que votar a favor de MC, fue lo que contuvo el enojo ciudadano con los gobiernos emecistas y por ello no se reflejó del todo en las urnas, principalmente de la metrópoli.

Y tan lo saben en Movimiento Ciudadano y en Casa Jalisco, que Alfaro dijo en esa entrevista: “Si hubiera este ánimo triunfalista, pues entonces lo que estaríamos haciendo es decir: todo está muy bien y vamos a seguir como estamos…”.

Coincido en que entre los emecistas no existe ese “ánimo triunfalista” porque aceptan que el sentido del voto a su favor no fue de aprobación a sus gobiernos sino de reprobación al de López Obrador. Y eso se reflejó -sólo como un ejemplo simplista- en que hoy fueron contados los automóviles que portaban calcas de los candidatos naranjas, contrario a lo sucedido en 2018 y no se diga en 2015. Se evidenció en que hoy no vimos a la ciudadanía salir a las calles a festejar el triunfo del alfarismo. Se demostró con la cautela y prudencia con que los propios candidatos de MC y sus equipos celebraron el triunfo, sabedores de que, en el fondo, el sentido del voto ciudadano era “en contra de” y no “a favor de”.

Y eso se demuestra también con la declaración misma del gobernador cuando dice que si tuvieran el “ánimo triunfalista”, entonces estarían diciendo “todo está muy bien y vamos a seguir como estamos”. Tiene mucha razón: no pueden tener un “ánimo triunfalista” porque en la realidad y lo hechos saben que no hay nada qué festejar realmente, y tan es así que reconocen y aceptan que no “todo está bien” y que, por lo tanto no pueden “seguir como estamos”. Y es que “seguir como estamos” significaría mantener a la ciudadanía inconforme con sus acciones de gobierno, irritada por la falta de seguridad, enojada por el desabasto de agua que ha generado ya varias manifestaciones y cierre de calles.

Saben que si apuestan por “seguir como estamos”, el riesgo de que el 2024 sea el fin de Movimiento Ciudadano en Jalisco es muy alto, pues de ahora a aquel año muchas cosas pueden suceder. Por eso el emecismo alfarista sabe que hoy no hay nada qué festejar y sí mucho que modificar.

Y para empezar, le vuelven a apostar a la inentendible e inexplicable Refundación… aunque eso les cueste pagar una asesoría por más de 3 millones de pesos a un ex ministro de la Suprema Corte de Justicia.