El Poder Judicial de Jalisco está a punto de escribir otra historia o seguir con la misma que hasta el momento lo tiene hundido y al servicio del Poder Ejecutivo.

Por un lado, el Congreso del Estado elegirá a nueve nuevos magistrados del Supremo Tribunal de Justicia, elección que ya inició manchada con el reparto de “cuotas” para los “cuates”; por el otro, los magistrados en activo elegirán a quien será su nuevo presidente en sustitución de Ricardo Suro Esteves, quien se va con la imborrable mancha de haber sometido al Poder Judicial, del cual era garante, a los caprichos del Poder Ejecutivo.

La autonomía e independencia que debió defender, Suro Esteves la puso al servicio del Gobernador del Estado hasta la vergüenza de violentar una decisión aprobada por el pleno, como fue echar para atrás el interponer una controversia constitucional, para no incomodar al inquilino de Casa Jalisco.

De los diputados poco podemos esperar al momento de designar a los nuevos magistrados -cinco mujeres y cuatro hombres-, así como a un nuevo consejero de la Judicatura, y es que llámense como se llamen, sus nombramientos responderán a las tradicionales cuotas partidistas, que no pueden tomarse como “algo normal” y parte de los acuerdos políticos entre los partidos representados en el Legislativo, porque lamentablemente quienes llegan no son siempre los mejores sino los más indicados para responder a los intereses de quienes los llevaron al cargo, que por supuesto no son los legisladores.

Cosa diferente de quien tendrá en los próximos dos años las riendas del Poder Judicial.

La experiencia de los últimos años demanda que quienes aspiran llegar a la presidencia del tan menguado Poder Judicial tengan una carta de presentación intachable, que sean sus antecedentes, su actuación como magistrado, los que hablen y se pongan sobre la mesa al momento en que los magistrados habrán de elegir a su presidente. Quizás en estos términos pase a segundo plano quién lo “cobija” -cuidando que no se convierta en un “empleado” del Ejecutivo-, y se imponga por encima de eso, como factor determinante, lo que hay detrás de los aspirantes: su trabajo, el ejercicio de la impartición de justicia, las decisiones tomadas para impartir esa justicia, el expediente de su labor como parte del Supremo Tribunal de Justicia.

Hoy no puede tomarse como factor de elección aquello de que “es el que quieren en Casa Jalisco”, sino el presumir que las decisiones tomadas en el cumplimiento de su deber han sido las mejores en bien de la justicia y del buen nombre del Poder Judicial. Hoy más que nunca los antecedentes deben de contar para garantizar que no volverán a repetirse los grandes errores de las dos últimas presidencias, por hablar del pasado reciente.

Por el bien de Jalisco, del Poder Judicial y en particular del Supremo Tribunal de Justicia, ojalá y los magistrados electores no sólo tomen en cuenta de “dónde” les mandan al elegido, sino “a quién” es al que les mandan. Sólo de esa manera el “parto” puede ser menos doloroso.

Al tiempo…