La designación oficial de Jesús Pablo Lemus Navarro como el candidato del partido Movimiento Ciudadano a la presidencia municipal de Guadalajara fue simplemente la ratificación de lo que propios y extraños sabían desde el momento en que Ismael del Toro Castro anunció su renuncia a buscar la reelección como alcalde.

La sorpresa fue la presencia de Del Toro Castro en la mesa que encabezó el dirigente nacional Clemente Castañeda y lo secundaron los dirigentes estatales Ricardo Rodríguez Jiménez y Mirza Flores Gómez, con Lemus Navarro al lado.

Y si su asistencia llamó la atención, mucho más lo hizo su actitud, su postura, sus gestos, su expresión, su lenguaje corporal, evidenciados en las fotografías que dieron fe del anuncio. Y dos son las imágenes muy evidentes: Una -la que acompaña este texto-, cuando Ricardo, Mirza, Clemente y Pablo aparecen levantándose el brazo, mientras Ismael se mantiene con los brazos abajo, medio encorvado y con los dedos pulgar dentro de los bolsillos del pantalón; la otra, cuando Lemus aparece tomando una selfie y Castañeda, Rodríguez y Flores -con el brazo derecho levantado y el pulgar hacia arriba- mirando a la cámara del celular, mientras Del Toro aparece con la mirada hacia otro lado, perdida, dirigida hacia el infinito.

En ambas, la lectura de la figura de Ismael del Toro es que está incómodo, fuera de lugar, como si hubiese sido obligado a estar presente, pretendiendo enviar un mensaje de falsa o cuestionada “unidad”, y que lo hizo más en busca de beneficiar a su partido que a quien lo sustituye como candidato.

¿Por qué aceptó Ismael del Toro formar parte de una escenografía, si su ausencia estaba más que justificada con la causa que lo llevó a renunciar a la candidatura? ¿Qué ganó con estar ahí, enviando un mensaje contrario al que pretendieron ofrecer? ¿O de eso se trataba?

Y es que si bien la causa de su desestimiento a la reelección fue aceptada y entendida, y su decisión aplaudida, su asistencia a la presentación de Lemus Navarro -con quien se sabe que no lleva buena relación- como candidato abona seriamente a las sospechas de que la razón esgrimida para retirarse no fue la única y que detrás de ella hay muchas más que hablan de una crisis interna en el grupo compacto -por causas que no acaban de conocerse y entenderse- y hasta de un quiebre en la relación entre él y su amigo Enrique Alfaro, que por algún motivo no llegó hasta la decisión de abandonar al grupo como lo hizo en su momento Alberto Uribe.

La sospecha que transita en los corrillos políticos, dentro del “círculo rojo”, es que además del tema familiar, hay otras causas de carácter político que obligaron a Ismael del Toro a dejar la carrera por la reelección. ¿Se sabrá en algún momento?

Al tiempo…