Julio César Hernández
Todo parece indicar que la estrategia para salir airosos de la embestida en contra de Carlos Corona Martín del Campo, secretario general del Congreso del Estado, les salió “a pedir de boca”.
O al menos eso se interpreta de la forma en como se dieron los hechos antes, durante y posteriormente al informe que aquel presentó ante la mayoría de los integrantes de la Comisión de Administración, ayer miércoles. O dígame si no:
Uno: a fin de romper el quórum de la Comisión de Administración, pese a la importancia del caso y conocida su postura de reclamo de cuentas claras de Carlos Corona, el diputado Enrique Aubry de Castro Palomino se ausenta de dicha reunión. No asiste.
Dos: Corona Martín del Campo ofrece un informe general, sin entrar en detalles ni dar explicación pública del por qué tomó algunas decisiones polémicas y presuntamente fuera de la ley, como las famosas “charolas”, que sería lo más grave.
Tres: Los diputados integrantes de la Comisión que asistieron al informe hacen su parte, particularmente el presidente de la misma, Raúl Vargas López, del PRD, y el priista Omar Hernández, que acuerdan ser quienes hablen ante los medios y prohiben que Carlos Corona otorgue entrevistas.
Así, Vargas López cumple con su papel de oposición al criticar la falta de autocrítica de Corona, pero no más. Omar Hernández, por su parte, cumple su papel de correligionario del secretario general y dice que, de entrada, con el informe quedan aclaradas todas las dudas y críticas, y culpa a los panistas de la andanada en contra de aquel para crear una “cortina de humo” y distraer la atención de lo que hizo la pasada Legislatura. Y a Isaías Cortés se le dejaba suelto para que declarara lo que quisiera.
Cuatro: Cubierto el requisito del informe, al interior de la bancada priista se efectuará la operación para acabar con cualquier inconformidad en contra de Carlos Corona.
Cinco: Se concluirá que no hay motivo o razón alguna para que Corona Martín del Campo renuncie como secretario general, y que de ahora en adelante actuará conforme a las facultades que le da la ley, estrictamente.
Y, así… ¡colorín, colorado!