Con los resultados hasta ayer conocidos de las elecciones locales en Coahuila e Hidalgo -el escenario podría modificarse cuando se agoten los últimos recursos legales que tienen los partidos políticos-, podemos llegar a las siguientes conclusiones:

En Coahuila -que gobierna el priista Miguel Ángel Riquelme-, el PRI recuperó la mayoría del Congreso del Estado al ganar las 16 diputaciones de mayoría relativa en juego -actualmente tiene 10 legisladores-; el gran perdedor es el PAN, porque no ganó ni una sola diputación -ahora tiene nueve-; Morena, como partido del presidente de la República, no tenía nada qué hacer en esta elección ante una dirigencia nacional que nunca le prestó atención y una dirigencia local prácticamente abandonada, pero aún así creció al pasar del 11% en 2017 -elecciones locales- a casi el 25% ahora.

En Hidalgo -que gobierna el priista Omar Fayad Meneses-, el PRI ganó abrumadoramente 32 de los 84 municipios, pero no logró triunfar en la mayoría. El resto de los municipios quedó muy fraccionado: PAN: 5; PRD: 7; PVEM: 3; Morena: 6; Podemos: 2; Nueva Alianza: 5; y PESH: 5, además de 10 municipios que fueron ganados por candidaturas comunes. Pachuca, la capital, el PRI la recuperó con apenas 373 votos de diferencia que sin duda serán llevados ante el Tribunal. Tulancingo lo ganó Damián Sosa, hermano de Gerardo Sosa, detenido presuntamente por ilícitos como delincuencia organizada y manejo de recursos de procedencia ilícita. ¿Cómo se explica eso?

Con éste escenario donde, reitero, el PRI en ambos estados tiene el control político y de estructuras, amén de ser elecciones muy locales, ¿por qué esperaban que Morena ganara la mayoría de los cargos en juego? ¿Sólo por ser el partido del presidente López Obrador? ¿De veras se puede decir que los resultados alcanzados por Morena, prácticamente raquíticos en ambos estados, es una calificación para Andrés Manuel y la 4T? ¿En serio se cree que lo bueno o malo que hiciera AMLO iba a ser el factor decisivo en la elección de diputados y presidentes municipales, como si no tuviera nada qué ver el trabajo de los gobernadores Riquelme y Fayad o de los mismos alcaldes y diputados que dejarán el cargo? O como alguien comentó por ahí, ¿los coahuilenses aprobaron a Miguel Ángel Riquelme sólo por abandonar la Conago e integrarse a la Alianza Federalista? Omay Fayad sigue en la Conago y ganó el PRI en su estado.

El PRI está de regreso en Coahuila porque le arrebató a la oposición, y particularmente al PAN, las diputaciones que tres años antes no ganó, pero no puede afirmarse que en automático ese triunfo priista se trasladará al resto de las entidades en el 2021. ¿O ustedes creen que por “arte de magia” tendremos el año próximo en Jalisco a un PRI que derrotará a Movimiento Ciudadano, a Morena y al PAN que son la primera, segunda y tercera fuerza en el estado?

En las elecciones locales de Coahuila e Hidalgo, entidades donde el lópezobradorismo prácticamente no estuvo presente en estos dos años, la actuación del gobierno federal no podría ser un factor determinante para que Morena se convirtiera en la primera fuerza política de la noche a la mañana y menos cuando tiene gobiernos estatales muy bien evaluados.

No trato de justificar la derrota muy merecida de Morena. Es más, lo realizado hasta ahora por López Obrador no es para esperar que su partido gane en automático elecciones locales en cualquier entidad; por el contrario, en varios estados hay inconformidad por las acciones y decisiones de su gobierno, pero para ganar elecciones se requiere también estructura, dirección, coordinación y un trabajo efectivo entre la ciudadanía por parte de las dirigencias locales, lo que no existió ni en Coahuila ni en Hidalgo. Y si la dirigencia nacional las abandona, con mayor razón.

Pero sí es una seria llamada de atención a los morenistas para que se den cuenta de que sus pleitos en la cúpula se traducen en derrotas electorales, y conste que ya estamos en camino a la gran elecciones del 2021. Y es llamada de atención para Marko Cortés y el PAN que fueron incapaces de mantener en su poder lo logrado en elecciones anteriores que los mantenían como la segunda fuerza política en Coahuila, por ejemplo.

Creo, finalmente, que los resultados electorales de Coahuila e Hidalgo fueron más una calificación para sus gobernadores que para el presidente de la República, y sin duda Riquelme como Fayad y Alejandro Moreno “Alito”, el dirigente nacional del PRI, podrán sentirse muy contentos y satisfechos, pero el tercero tendrá que preocuparse más por las condiciones tan lastimosas que está su partido en otros estados, como en Jalisco por ejemplo.

Así, pues, reitero que el resultado de la elección de diputados locales y alcaldes en dos entidades gobernadas por el PRI, está muy lejos de ser un juicio para López Obrador y su 4T. La verdadera prueba estará el año próximo, cuando estén en juego 15 gubernaturas. Ya veremos “si como aplauden, cantan”, pues hoy colocan a Morena como ganadora en 13 de ellas.

Ver para creer, decía Santo Tomás. Al tiempo, digo yo…